Todos ustedes recordarán los calores del 2003 y el apretón que tuvieron los franceses aquel verano en el que murieron miles de personas asfixiadas, como en ese infierno de Dante Alighieri al que van a parar y sufren las razas condenadas en el dolor eterno, ¡menuda putada!
Mientras tanto, Michel Favard, paisano de la región bordelesa de Saint-Emilion, sudaba en aquellos meses como un perro trabajando el viñedo a destajo sin agredirlo con productos corrosivos, iniciándose en la cultura de producción agrícola biodinámica.
Hoy es David Favard el que dirige la casa y los designios de una bodega que puso en nuestras manos vinazos como esta botella que es claro ejemplo de que algunos vinos “naturales” son tragos de bandera que cortan el hipo tela marinera.
¡Menudo trago para morroputas!, fino, elegante, ligero, aristocrático y punzante como un estilete de mosquetero de bigote poblado y recién aseado.
