Cada vez que aterrizo por Mallorca tengo la suerte de encontrarme con el amigo Juan Luis, un navarro más generoso que la madre Teresa de Calcuta que se planta allá donde voy con un canasto de vinazos que cortan el hipo, ¡menudo artista de la pista!
Este trago es particularmente emocionante, porque lo derramas por el gaznate y del subidón sientes que podrías tocar la viola da gamba como Jordi Savall o la trompeta como Maurice André o escribir como Georges Perec y resulta que no es así, porque terminas la botella y se te siguen quemando las cebollas, no haces la o con un canuto y te cuesta un huevo escribir tres líneas sobre un vino de Pomerol cocinado con Merlot, Cabernet Franc y un pellizco de Cabernet Sauvignon. Ale, ¡a cascarla!