Si yo fuera racimo, sería como las uvas gordas que sirven para elaborar el Prado Enea, que junto a los granos de Torre Muga, son las últimas en entrar en la bodega para su vinificación.
No hubo un solo día de mi juventud que entrara puntual a clase, ¡siempre tarde!, así que me siento identificado con este trago elegante y maduro que guisan con mayoría de Tempranillo y un tiento de Garnacha, Mazuelo y Graciano.
Es señorial y con hechuras para mantenerse en forma durante muchos años, como los que sacábamos pésimas notas, pero no tienten al demonio y bébanselo a toda pastilla por si las moscas.