Hotel Casa Arcas

¡Benasque que estás en los cielos!
Una bocanada de aire fresco, descanso y excelente cocina

Siempre empiezo esta colaboración con historietas de los tiempos de la familia Telerín, así que ya es hora de arrancar metido en faena del asunto que nos reúne, que en este caso es repanchingado en una cama bajo un confortable edredón, escuchando cencerros y esquilas. Aún en calzones abro el balcón recién amanecido y ante el verdor fosforescente de la inmensidad de un prado, cuento un centenar de vacas zampándose los últimos brotes tiernos antes de que se las lleven a los pastos de altura …  no quiero ni pensar cómo sabrán con esa leche un caldero de natillas o de arroz con leche, ¡dios santo!

Vivimos a lomos de un toro mecánico electrónico y casi olvidamos beber del porrón o a morro del gollete, ni hablar de andar descalzos sobre la hierba o comer pollo con las manos o de darle una palmada en el culo a nuestra chica antes de que se meta en la ducha por la mañana. Nos abruman las malas noticias y todo es a toda mecha y para antes de ayer, así que es momento de abrir la ventana y pegarse el trago gratuito del aire puro de una mañana fresquita y despejada, que ventila páncreas y pulmón e ilumina aún más las piruetas de los pájaros sobre una sierra de Chia como telón de fondo, ¡menudo lujo!

Ayer llegamos tarde y les cuento los primeros minutos de este día, que como el primer trago de cerveza, es el que realmente vale la pena, “los siguientes, cada vez más largos, más anodinos, sólo te dejan una sensación de pastosidad tibia, de abundancia despilfarradora (…) es un placer amargo: bebemos (o vivimos) para olvidar el primer trago (o suspiro)”, como escribió el amigo Philippe Delerm, (los paréntesis, ¡qué ocurrente!, son míos). Así que tras una ducha reparadora, toca calzarse pantalones  cortos y alpargatas y andar listo para una jornada llena de movidas divertidas.

Ainhoa es la patrona de la casa y prepara el desayuno, huele a café que es un primor y las hogazas de pan que los vecinos Gairin-Casasnovas dejan en el portón cada mañana acompañan de fábula a un festival de delicias, ¡qué barbaridad!, sangüis de jamón, mantequilla y queso plancheados “al momento”, tortilla de patatas con mucha cebolla y huevos pasados por agua con picatostes son algunos de los carburantes con los que llenar el depósito hasta los topes. No darán crédito, pero por si acaso les asalta la hambruna, les prepararán una bolsa de picnic para echar todo el día a la fresca en el monte, como cabras loquísimas de remate.

Visiten la localidad de Campo y a los chicos del kayak para descender con ellos en balsa hinchable, aprovechando las cristalinas aguas de deshielo del río Ésera. Se sentirán como Félix Rodríguez de La Fuente sacando cocodrilos del fango, así que después del subidón no está de más colgar los remos, secarse la entrepierna y darse un voltio por el museo de juegos tradicionales de la localidad. Si no les va el rollo sosegado cultureta y quieren seguir mojados pegando saltos de altura, zambúllanse en pelotas en las pozas del cercano paraje de Barbaruens.

Como el “homo erectus estresatus” no es capaz de estarse quieto y necesita agitación constante, podrá liarse la manta a la cabeza desde la misma puerta de Casa Arcas a lomos de un rocín, gracias a los amigos de hípica “La Barana” y enfilar los bosques de abedules más grandes del sur de Europa, ¡menuda maravilla!, ganando altura a trote ligero a través de senderos cerrados, prados y espectaculares ejemplares centenarios de camelias y bojes, ¡libertad sin ira es libertad!

De vuelta al hotel, toca ducha reparadora y apalancarse en el jardín con una cervecita helada antes de pasar al territorio comanche de la cocina y el comedor, en el que sientan apostolado Víctor, Mikel y David, los cocineros residentes de la casa. Atesoran los conocimientos y el oficio entrenados por el gran motivador del establecimiento, que no es otro que Martín Berasategui, que un par de veces al año se remoja allá como una torrija en una bendita leche de sosiego y tranquilidad. Además de los clásicos apetecibles que a todos gusta disfrutar entre horas, bocatas, raciones o picoteo, el lugar ofrece una cuidada selección de platillos: licuado de pimientos con sardina ahumada y alioli, canelón de verduras en ensalada con infusión de tomate, taco de bacalao con tartaleta de setas y pesto de perejil, jugo de legumbres con migas y huevos, cordero de leche con berenjenas a la brasa, jarrete de latón glaseado o golosinas como el chocolate fundido con crema helada de romero y el pastel de naranja con yogur de oveja “Val de Cinca”.

Rematen el día en una solana con un trago largo porque la cama les espera abierta y mañana será otro día para seguir con el parapente en Castejón de Sos, el senderismo en Laspaúles o llenando el maletero con todo tipo de materias peligrosas, bocados artesanos y chucherías de la carnicería Baldana y la pastelería Laminero, ¡porrompompero!

Hotel Casa Arcas
Carretera A-139 Km 51
Villanova – Huesca
Tel.: 974 553378
www.hotelcasaarcas.com

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Campestre
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / En familia
PVP:  Alto / Medio / BAJO

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