En una parcela reventona de la variedad Tempranillo de unas dos hectáreas, que se dice pronto, tuvieron lugar tres selecciones de uva durante la vendimia, y a cubierto, eligieron los mejores y más rechonchos racimos en las cintas de selección. Después de hecho el vino, reposó 18 meses en barricas de roble francés, y la verdad que la criatura quedó francamente buena, ¡qué cabrones!
Impresiona esa macedonia en boca de frutas compotadas, grosellas, cerezas, dátiles y uva espinas, con el toque tostado de la crema y la canela, que aquello parece un pastel vasco reventón de mermelada de cerezas. Es cálido como el abrazo de una noruega recién salida de la sauna y concentra a la perfección la hechura de un vinazo elaborado con elegancia y paciencia conventual. Si es que lo bien hecho es siempre enemigo de las prisas, ya lo decía mi abuela Esperanza.
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Precio aprox.: 40 euros