Alarde de ingenio
El nuevo tasco sevillano de Gonzalo Jurado pone los pelos como escarpias con una cocina proyectada al futuro.
Sevilla luce más hermosa que nunca, y a pesar de la calorina en esta época del año, siempre es un disfrute de dimensiones bíblicas darse un paseo por sus calles y gozar del ambiente y el compadreo.
No duden en madrugar, calzarse unas zapatillas y darse un paseo por el barrio de Santa Cruz, aterrizando bien temprano frente a la catedral. El procedimiento es bien simple, deténganse frente a la mole, alcen la vista, alucinen en colorines con uno de los templos más grandes del mundo, y luego, sin perder un minuto, métanse dentro y dense una vuelta por sus naves aún vacías, pues a eso de las siete de la mañana, Lorenzo aún no castiga y el fresco y el peso de la historia le enternecerán como a un recién nacido. Solo por esto, Sevilla ya merece una visita.
Conforme avancen los minutos, la ciudad comenzará a arder, así que no duden en aligerar el paso para estirar los músculos y de paso harán los deberes del deporte diario, porque en esta ciudad andaluza se come y se bebe que se caga la culebra. Otros planes sensacionales son recorrer los jardines de los Reales Alcázares, tan de moda entre la chavalería por haber servido de fabuloso escenario para la serie “Juego de Tronos” -creo ser el único individuo europeo que no ha visto un solo capítulo de la saga-, descubrir el Palacio de Las Dueñas, patear la Plaza del Salvador, darse un chapuzón en alguno de los remozados baños árabes y si se tercia y uno necesita campo y estirar las piernas, no está de más agenciarse un automóvil y echar el día por los arrozales camino de Isla Mayor, para comerse un arroz con cangrejos o con pato en El Estero.
Y sí, a este punto llegamos en el que de asuntos del ñampazampa tratamos, pues el artículo estaba quedando un poco del “Lonely Planet”; quizás sea Sevilla la ciudad española con mejor tapeo y es difícil resistirse al encanto de su fritura, sus ensaladillas frescas, su jamoncito y su chacina, el marisco y todas esas golosinas que engalanan sus barras como las flores dan lustre a los pasos de Semana Santa. Nunca olviden a Emeterio de “Casa Eme” en Puerta Osario, que desde su barra ejerce su oficio de tasquero con raza y tronío, o la cercana barra “Becerrita”, o el piripi de la bodega “Antonio Romero”, la ensaladilla de la “Cervecería Internacional” o de “Mariscos Emilio”, a Perico del “Tribeca”, los montaditos de “Trifón”, el “Sol y Sombra” y su atómico revuelto de sesos de cordero con ajos o al monstruo que hoy nos ocupa, el colega Gonzalo Jurado, al que en alguna ocasión ya referenciamos como patrón del “Luz de Mar”.
En su nueva aventura del “Tradevo Centro”, sigue poniendo los pelos como escarpias con esa cocina de toda la vida, renovada y proyectada al futuro con mucho más sabor, poderío y garra, no en vano con los palabros “TRADición” y “EVOlución”, el sheriff de la casa bautizó su comisaría. Su nuevo tasco, inaugurado a escasos metros de la Plaza de la Alfalfa y su churrería, y su horno de pan y su sombrerería Antonio García, es un alarde de ingenio, buen gusto y sentido común, pues alrededor de una cocina bien organizada, se abre una sala de techumbre alta con una barra que invita a beber cerveza fresca o a sentar las reales nalgas en sus sillas o en sus banquetas altas o en su hermosa terraza, que de noche luce bien chula. Allá consiguen desde hace unos pocos meses reproducir el espíritu del resto de locales de Gonzalo, que consiste en nada menos que mejorar las tapas y ese recetario básico intocable que todo el mundo conoce y a los que pocos son capaces de dar lustre, pues la mejora de ese trabajo de forja de madres, abuelas y cocineros profesionales desconocidos y olvidados, es algo al alcance de muy pocos privilegiados, tocados por el dedo divino. Conseguir que cartuchos de boquerones al limón, pescados de roca, berenjenas, corvinas, pez espadas, alitas de pollo u ortiguillas de Cádiz den pirueta mortal hacia delante y salgan airosos de la gesta, lo consigue el muy artista friendo con aceite de oliva, utilizando producto pelotudo y enharinando con material ecológico de arroz, maíz y garbanzo.
Arranquen con la clásica sardina marinada con pan, tomate y pimientos asados o el sashimi de pescado de temporada con vinagreta de yuzu. Luego aticen a la fritura como si no hubiera un mañana y si son levantadores de piedra vascos y les parece que aún no empezaron a jamar, podrán rematar el desafío con un buen arroz de pollo de corral y conejo o el imponente “torpedo”, que no es otra cosa que una costilla de ternera de dimensiones jurásicas, cocinada en su jugo, que se derrite al morder convertida en mermelada y que aterriza en la mesa con un buen puré de apio y patata.
El ravioli de pasta fresca relleno de rabo estofado está también para ponerle un piso en la cercana calle Sierpes. Vale la pena que le den candela al queso antes del postre y así podrán apurar cualquiera de los vinos de su pequeña pero bien seleccionada variedad, servida por botellas o por copas, todo un detalle si quieren alardear de consumado sumiller con sus amigotes y pegarse el moco hablando del retrogusto y los matices florales y glicéricos.
Gonzalo se ha convertido en todo un profeta en su propia tierra y se le ve más contento que un Sanluís, de lo que nos alegramos un cojón, pues es buen chaval y se lo ha currado como los toreros buenos, por algo es nieto de picador de toros del barrio de San Bernardo y de casta le viene al galgo al muchacho. Larga vida a Tradevo, ¡vivan las yemas de San Leandro y la piscina de la azotea del Palacio de Las Águilas!
Tradevo Gastro Taberna
Plaza Pintor Amalio García del Moral, 2
(residencial Conde de Bustillo) 41005 Sevilla
Teléfono: 665 253 831
www.tradevo.es
Cierre: No cierra
COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca Modernita
¿CON QUIÉN? Con amigos
PRECIO MEDIO: 30-40 €
