Kasino de Lesaka

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La capilla de la tortilla sixtina.

Josefina e Imanol ofician recetas tradicionales de campeonato, sin trampa ni cartón.

casino-lesaka_8Hay sitios que nos atraen como la miel a las moscas, lugares tan disfrutados y vividos que merece la pena volver a ellos una y otra vez para desempolvar viejos recuerdos y añadir a la lista algunos nuevos, ya que estamos vivos y cuando menos te lo esperas, ya saben, te atropella un trolebús. Ciertas coordenadas terrenales que nos calzan sonrisa de bobo de remate, debida a placeres tan mundanos como un buen café con croissant, una buena librería, un comercio en el que atienda una leona de la sabana o un tasco en el que sirvan tortilla de patatas reventona.

Por eso merece la pena volver una y mil veces en peregrinaje a los lugares que nos procuran felicidad, porque en cualquier momento te cae encima un piano de cola y durante esos improbables segundos en los que ves pasar tu vida como en una película a toda mecha, dicen, debes recordar con cara de pasmarote todos los manjares a los que renunciaste y todas las mujeres que dejaste de besar en las sonrosadas mejillas, por decirlo finamente. Seguramente por eso vuelvo con frecuencia al Kasino de Lesaka y lo recomiendo con fervor en estas páginas, pues aunque todos ustedes piensen que me repito más que el ajo, sé que desempeño de esta manera una impagable labor social: dar de beber al sediento e indicaciones al hambriento.

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La tortilla de patatas del Kasino, babosa y rezumante, es una de mis “kryptonitas”. Desaparecidas ya otras diosas de mi Olimpo levantado al huevo semicuajado, la de Lesaka es de las pocas que colman todas las aspiraciones de un adicto a la tortilla. El protocolo recomienda cuchara en ristre y servilleta anudada en el gaznate, para aprovechar hasta la más mínima gota de ambrosía tortillera. Pero no sean cenutrios y se dejen llevar únicamente por el ansia viva, pues el Kasino es mucho más que su plato estrella y remata platillos que de pura ambrosía, parecen paridos por los dioses griegos que menciona en sus obras don Álvaro Cunqueiro. Igual que su cocina de carbón, abierta al ojo indiscreto del público antes de que tamaña desfachatez de enseñar los fogones fuera tendencia “top” en los restoranes de postureo.

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La patrona, Josefina Sagardia, merece una cruz al mérito del trabajo, un monumento y una canción de bailar a lo agarrado. Luce ochenta años bien llevados y cuando vuelca la tortilla en el plato aún le asoman en los brazos unos bíceps que asustarían al mismísimo Chuck Norris. Dueña y señora de la fórmula de su multipremiada tortilla, debe de ser la única cocinera capaz de transformar una aburrida tortilla francesa en española, ¡tararí! Lo que no pudo hacer Napoleón lo consigue todos los días una senadora de Lesaka, ¡manda huevos con la tortilla a la navarra!

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Abierto desde 1940, el Kasino está ubicado en la antigua casa señorial de los Marichalar, sí, de los Marichalar de toda la vida. Qué mejor destino para un edificio que pasar de ser testigo de aburridas comidas aristocráticas con el meñique levantado a ser protagonista de atracones felices y prolongadas sobremesas a la sombra de los plátanos del patio. En la cocina, Josefina e Imanol ofician recetas tradicionales de campeonato, sin trampa ni cartón, como la sopa de pescado, las alubias, la merluza en salsa, la chuleta y el cordero asado. Pero también elaboran fórmulas en peligro de extinción, platos misteriosos y casi borrados de la faz de la tierra hostelera como las manitas de cerdo en salsa verde y los rellenos de cordero, dios, qué delirio y qué ricura. Estas dos últimas son las especialidades del Kasino en primavera, animales mitológicos que se pueden gozar en cautividad si se dan prisa y viajan a Lesaka. Los rellenos, esa especie de morcilla blanca hecha con intestinos de cordero, pegan sus últimos coletazos en salsa de tomate en estas semanas y hay que aprovechar la temporada antes de que aprieten los calores y tengamos que ponernos el trikini.

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Recuerden de todas formas leer las instrucciones de este medicamento para el alma y consultar con su farmacéutico, no vaya a ser que les dé un patatús al comprobar que no reservaron previamente la tortilla o que no quedan canutillos de crema para el postre. Balzac se pasó la vida intentando demostrar que se llamaba De Balzac. Cagliostro se refería con pasmosa naturalidad a sus ilustres antepasados, Mahoma, Juana de Arco o el Arcipreste de Hita. Cartouche aseguraba descender de un gran maestre de Malta, Sacha Stavisky, de un cosaco y Orsini, de un abisinio. Yo soy hijo de Marilén y de Jorge y sólo puedo decirles que llamen a Josefina con prudente antelación, viajen a Lesaka, gocen y suspiren para entender todo lo que acá les cuento. Amen.

Kasino Lesaka
Plaza Zaharra, 23
Lesaka 31.770 Navarra
Teléfono: 948 637 152
Web: www.kasinolesaka.com
Email: eskolaberenea@gmail.com
Cierre semanal: Lunes cena excepto festivos y vísperas de festivo

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Campestre
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / En familia
PRECIO 40 €

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