León de Oro

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Made in China.

Comida sabrosa en un tasco como Confucio manda y ordena.

Hubo un tiempo lejano, allá por los ochenta, en el que lo más exótico que podía uno echarse al gaznate era la comida chinorris, ¿querías ir de paladar atrevido?, pues buscabas un restorán mandarín en alguna capital, te quitabas el antojo de encima y por un módico precio te chutabas en vena un puñado de sabores misteriosos de la lejana china filipina. Uno de los más grandes recuerdos que conservo de niño es la visita al madrileño “House of Ming” del Paseo de la Castellana, cuando era una covacha oscura sabrosona y el jengibre por aquí no lo conocían ni en las farmacias.

leon-de-oro-4El exotismo de calidad del pollo con almendras, las verduras picantes o los boles de arroz glutinoso se apagaron pocos años después, cuando los locales chinos guarreros proliferaron por Celtiberia como setas en un caluroso día de octubre. La cocina del gigante asiático pasó rápidamente de ser un placer insólito a lucir como una cabaretera deslucida en bufés libres del tipo “comer hasta reventar”. Llegó la fiebre de la gastronomía japonesa, tailandesa, coreana o peruana -valiente turre siguen dando con el ceviche-, y ya se sabe que siempre nos subimos al último carro que pasa ante la puerta de casa, de tan modernos que somos. Aunque es cierto que en realidad, lo que se cuece en todos esos tascos decorados con dragones de yeso y farolillos rojos, es una especie de pastiche de platos nada orientales, plancheados por un chungo filtro occidental, para dar de comer a las ovejas.

¿Cuánto hace que no van ustedes a un chino y alucinan en colorines? Y no les hablo de esos locales careros reconvertidos en “woks” o “planchas tepanyaki” caspo-japonesas, no. Me estoy refiriendo a un chino como confucio manda y ordena, sin necesidad de meterse entre pecho y espalda un vuelo transoceánico de catorce horas.

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Cuenta la leyenda que en Bilbao hay un ejemplar de restaurante chino-chino, de comida china de verdad hecha por chinos y para chinos. Doy fe de que existe y de que tiene su gracia, pues si se arriman ustedes al León de Oro, desde fuera les parecerá uno más, contigo Tomás. ¡Ánimo, no se amilanen!, y entren aunque una vez franqueada la puerta sientan unas terribles ganas de cagarse en todos mis antepasados. Tengan fe, pues a pesar de las sillas plasticosas, de las mesas de tanatorio cantonés con pañuelos de papel que hacen la vez de servilletas, del gotelé y los cuadros espantosos, el encanto del León de Oro reside en sus sabrosos platillos. No pretendan abrumar a la querida, o impresionar a sus compañeros de trabajo, pues lo más normal es que nada más abrir la puerta quieran salir en estampida, como los búfalos del Serengueti.

leon-de-oro-5Hasta hace relativamente poco, este antro chino atesoraba virtudes secretas, pues a los clientes locales les servían comida de chino comercial en el primer comedor, mientras la clientela asiática se ponía las botas al fondo del establecimiento. Fervientes visitas de valientes pidiendo la carta “china-china” y un grandioso fenómeno “boca-oreja”, consiguieron la proeza, pues hoy es el día que en el León de Oro ya no miran con extrañeza a los hambrientos sin ojos rasgados y tienen incluso una carta con sus platos auténticos -antes reservados para los del segundo comedor-, traducida al castellano. Su dueño, Fu Gang Wu, cocinero de Shanghái ya sabe que los bilbaínos y visitantes son clientes habituales.

Si se animan a visitarlo por primera vez, entren en su universo zampándose una ensalada de gong-cai o verdura crocante empapada de ajo y guindilla, los tallarines especiales de la casa con la pasta hecha a mano, las libidinosas berenjenas en salsa, los fantásticos jiaozi guotie o empanadillas tostadas de carne y verdura, o el épico codillo qing-tian, especie de montaña de jugosas hebras de cerdo en salsa anisada cubiertas por piel gelatinosa, rodeado de panecillos dulces, verdadera guarrada adictiva y sabrosona.

En caso de que busquen una aventura, en plan Indiana Jones, podrán pedir a lo loco como en una ruleta rusa: niu-he al estilo gan-chao, lenguas de pato, tofu con huevo negro, ensalada de medusa, intestino con puerros, cangrejo en salsa picante, ancas de rana con alubias, pato asado con arroz, pollo picante o tofu frito con perejil, ¡madre mía!, aunque no desesperen, pues para los menos aguerridos también hacen “rollitos de primavera”, pero se perderán la oportunidad de comer como el último emperador el día de su primera comunión.

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Las raciones son generosas y es aconsejable ir con algún tragón de la cuadrilla de hambre atroz, para compartir el banquete y probar de casi todo. Tienen dos menús del día con distintos platos por nueve y dieciséis euros, respectivamente, pero si van con amigos es más apañado pedir a la carta: la ración individual de tallarines sale por cinco eurillos y las empanadillas no llegan ni a cuatro pavos de nada, imagínense el festival de la ganga.

El cutrerío del local, el ambiente familiar, la televisión a todo trapo con telenovelas y música china y hasta la dificultad de comunicación con los camareros tienen su gracia, no se apaguen y saquen fuerzas de flaqueza. Mola el León de Oro por su modestia, autenticidad y punto casero de chino verdadero a casi trece mil kilómetros del centro financiero de Hong Kong.

León de Oro
Calle de Fernández del Campo, 8
Bilbao
Teléfono: 944 43 56 46
Abre: Todos los días de 13.00 a 17.00 y de 20.00 a 24.00 horas

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca
¿CON QUIÉN? Con amigos / En familia
PRECIO 15 €

2 comentarios en “León de Oro

  1. Recetas de Cocina Casera

    Que delicia la comida oriental, gracias por este artículo, se agradecen este tipo de post de cultura gastronómica, toda una maravilla, seguiré atento a ver qué nos traés! Saludos,

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