Casa Cámara

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O de un restaurante en el que el pescado y el marisco cobra todo su protagonismo.

Una casa de referencia en la que el tiempo parece haberse detenido.

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Es posible que Casa Cámara sea el restorán en activo más antiguo de Gipuzkoa; el próximo año cumplirán la friolera de ciento treinta años, que se dice pronto, desde que un buen día de 1884, Pablo Cámara Amunarriz, comenzara la actividad del lugar en lo que entonces era un muelle para la venta de pescado.

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Si siguen de cerca nuestras andanzas, sabrán que nos chiflan las recreaciones históricas, así que nos bastó un libro delicioso de Víctor Hugo titulado “Viaje a los Pirineos y los Alpes”, para hacernos nuestra propia película. En estas páginas, entre otras muchas andanzas, describe así el bullicioso ambiente de un Pasajes San Juan en el que habitó y cuya vida se concentraba en la Plaza de la Constitución, “la sobreabundante vida que anima Pasajes se resume en esta plaza y alcanza en ella su paroxismo. Las barqueras se reúnen en una esquina, los majos y los marineros en otra. Los niños se arrastran, trepan, se bambolean, gritan y juegan por todos los sitios; las fachadas pintadas despliegan todos los colores del oro, el amarillo más vivo, el verde más fresco, el rojo más rojo. Los recintos y las tiendas son cavernas llenas de mágicos claroscuros, en los que se vislumbran entre los resplandores y los espejos todo tipo de mobiliario caprichoso, arcones como sólo se ven en España, espejos como sólo se ven en Pasajes.”

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Por poca imaginación que echemos al asunto, enseguida vislumbramos al bueno de Pablo Cámara montando unos pocos años después su negocio próspero en marco tan luminoso y vital, levantando un merendero en la misma bocana del puerto, para llenar la andorga de tanto marino con hambre de casi todo. De hecho la primera noticia escrita que se tiene del tasco data de 1889, pues ante un desafío de regatas, el patrón de San Juan se jugó dos mil quinientas pesetas de la época ante cualquier otra embarcación que los tuviera bien plantados y “la respuesta había que dirigirla al café restaurante de don Pablo Cámara, en Pasajes”.

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Cuatro generaciones han pasado desde entonces, y el establecimiento permanece en manos de la misma familia, convertido hoy en un clásico de la cocina guipuzcoana, una de esas casas de referencia en las que el tiempo parece haberse detenido. Si ya en la Belle-Époque colgaba un cartel anunciando “cocina de primer orden, servicio de barcas de recreo”, hoy en pleno siglo XXI, este establecimiento mantiene intacto su encanto, marchando a diario todas esas comandas en las que el pescado y el marisco cobra todo su protagonismo, con un vivero natural en el centro de la estancia que es verdadera reliquia decimonónica. Ojo a la gran cesta colgandera que suele subir cargada de cigalas y langostas en pleno bailoteo, la etxekoandre de la casa, Regina Uriarte, con más casta que Manolete, coge las piezas en un pispas y las pasea hasta la cocina con un garbo sorprendente. Así que no hagan excesivas cábalas a la hora de elegir, cualquiera de estos bicharracos bien cocidos o tostados a la plancha, colmará los deseos del glotón que llevan dentro.

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Para picotear, pueden optar por la ensalada de bogavante, otra de las glorias de la casa, con una juliana de lechuga bien ochentera para deleite del personal. O si no, sopa de pescado, crema de marisco, calamares fritos, paella o pastel de itxaskabra, tanto monta, monta tanto. En carta, nunca faltan unos buenos tacos de merluza en salsa verde, las apetitosas almejas a la marinera, el imprescindible txangurro al horno, unos inmaculados chipirones plancha o en su tinta y el genuino cogote de merluza. Para los más nostálgicos, cita ineludible con algunos de esos platos supremos difíciles de encontrar en las cocinas modernas, lenguado a la meunière, tournedó Rossini o Chateubriand, ¡chúpate esa María Teresa! De colofón, cualquiera de sus postres, la leche frita es tope auténtica, como para jalarse un quintal. Junto a Regina, que se mantiene al pie del cañón y caiga quien caiga, se desenvuelve en sala como pez en el agua su hermana Arantza, bien escoltadas por Alberto Salinas en la cocina.

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Ya lo dejó escrito en su dedicatoria Robert Mitchum cuando en 1993 visitó el lugar, «perdónenme por mi compañía, yo no puedo elegir a mis amigos, pero he disfrutado de su hospitalidad». Antes se había metido entre pecho y espalda un menú compuesto por dos copas de anisete, calamares fritos, flan y tres copas de chinchón de postre, ¡menudo Nicodemo!

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Casa Cámara
C/ San Juan 79
Pasai Donibane-Gipuzkoa
Tel.: 943 523699
info@casacamara.com
www.casacamara.com

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / En familia
PRECIO 50 €

3 comentarios en “Casa Cámara

  1. Marcos

    Por trabajo he podido disfrutar de este fabuloso ejemplo gastronómico. Recuerdo todavía como la señora de la casa nos subió unas langostas. Como buen turista nos os perdáis el acceso en barca desde el puerto

  2. Peter

    Hacía mucho tiempo que no iba a Casa Cámara. Pero hace poco menos de un mes fui a cenar… Sopa de pescado y parrillada de marisco… Y de postre leche frita… La materia prima es una maravilla, la cocina como la de siempre, una cocina que nunca pasará de moda. Y por supuesto el lugar es increíble. Me parece que el artículo describe perfectamente lo que transmite Casa Cámara. Volveré para seguir degustando alguno de esos platos clásicos.

  3. Gaizka

    El jefe de cocina es un chulo, prepotente y maltratador. Un impresentable. No vuelvo a ir mientras esté el.

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