Lágrimas negras

O de un restaurante donde dejarse guiar.

Cocina de temporada en ese territorio que entremezcla la tradición y la vanguardia.

“Toda la Tierra tenía una misma lengua y empleaba las mismas palabras y los hombres en su emigración hacia Oriente llegaron a la región de Senaar y allá se establecieron, edificando una torre cuya cúspide llegaría hasta el cielo; Yahveh descendió y al verla, los dispersó y cesaron en su construcción: por eso la torre se llamó Babel, por confundir Yahveh la lengua de todos sus habitantes”.

Nuestro restorán de hoy está ubicado en una Babel de fachada multicolor y les aseguro que si aterrizan allá cualquier noche, jurarán no haber visto nunca nada igual y podrán zambullirse en un mundo gobernado por el acero, el cristal, las resinas, las maderas o los estampados, pues los diferentes espacios son la esencia de todo el tinglado; y se subirán a lomos de un ascensor acristalado que ofrece vistas de vértigo sobre Madrid y cuando menos lo esperen, estarán ya instalados a oscuras, dando botes sobre la cama de cualquiera de sus enormes habitaciones, paridas bajo la inspiración de chalados como JNouvel, TSapey, ZHadid, NFoster, DChipperfield, RArad, MNewson, AIsozaki o JMariscal, ahí es nada, todos desplegaron su genialidad para reconfortar al visitante.

Abran bien los ojos, pues en habitaciones enormes a muchos metros del suelo, dominadas por el vértigo de una caída al vacío, dará comienzo un viaje al mismo centro del confort que se aloja en el mismo edificio que ustedes mismos; los espacios parecen no tener fin y se recorren partiendo de cualquiera de sus paredes, así que caminen rozándolas sin interrupción a través de pasillos de toda naturaleza y condición que transforman pasarelas o recibidores en zonas de paso que permiten darse vuelta o cruzar hasta otros lugares, zigzagueando, como culebrillas del desierto.

Al principio, desconcertados, deambularán por la habitación buscando enchufes para cargar el teléfono móvil e interruptores para adecuar la iluminación a su gusto; luego abrirán el armario para deshacer el equipaje y alucinarán con los detalles del cuarto de baño, pantallas ocultas tras los espejos o albornoces calientes, se despelotarán y tras calzarse unas cómodas pantuflas, completarán la vuelta alrededor de una elipse, pues algunas estancias se asemejan a un huevo de mármol, seguro que se fijaron en las vetas de sus paredes, ¿les sorprende que se pueda vivir en una escultura? No siempre tienen que mirar las esculturas desde fuera, ya lo ven, a veces pueden entrar y acomodarse en ellas. Tómense su tiempo.

Escuchen a su estómago, arrimen el oído a la barriga y traten de oír lo que dicta su apetito, ¡toca comer!, así que ducha al canto, calzón nuevo, pantalones, camisa, alpargatas y volando al “Lágrimas Negras”, el restorán gastronómico ubicado en la planta baja. Proponen cocina de temporada, productos muy poco tocados y alguna que otra incursión en ese territorio que entremezcla la tradición y la vanguardia, pues su jefe de cocina, Iván Sáez, ha construido su carrera pasando por excelentes casas francesas y trabajado con Martín Berasategui, que es quién marca las pautas de la casa; a la propuesta de Iván, se suman la exquisita calidez del jefe de sala, Rafael Lomas, -un adicto del servicio y de la puesta en escena a la vista del cliente, aprendidas tras su paso por el Ritz, el Palace, el Villamagna o la Terraza del Casino de Madrid-, y la experiencia de Juan Antonio Herrero, sumiller residente y premio “Nariz de Oro” de Londres en 2004, reconocido por su carta con el premio “Wine Spectator” en 2011.

Están terribles las ostras crujientes con salsa holandesa de nuez y salvia, el huevo con garbanzos, pan de ajo, tomillo y carpaccio de cocido, o el arroz socarrao, aunque sea una pena no poder hundir la cuchara en la sopa de castañas al cardamomo con crema de paloma y apio, ustedes mismos. Es cierto que el tártaro de carne preparado ante sus ojos es todo un poema, sí, podrán acomodarlo de abrebocas o relegarlo al fin de fiesta, junto a cualquiera de los pescados de la carta, soberbios en su corte y preparación, o el espectacular pichón asado, con su pasta rellena de setas, cebollino y crema trufada.

Sin necesidad de que aparezcan los dulces, podrán girarse y alucinar con el paraíso de tés y tisanas en el que bucear y dejarse tentar, “sencha con lima y kombucha” o “jardín de frutas”, son algunas de las más de cien referencias “en perfecto estado” que descansan sobre el carro, no duden por tanto en escoger algo que los abandone en un sueño reparador.

Suban y túmbense tras el despelote, cepillado de dientes y los pises de rigor, relájense y verán cómo la perspectiva cambia y la noche se desvanece. A las tantas de la madrugada, cuando el amanecer roce sus sábanas, respirarán hondo y saborearán lo que quede hasta la ducha y el extraordinario desayuno; casi terminaron, ¿cuánto tiempo pasó?, ¡ni lo saben! Todo allí dentro transcurre de otra forma, así que despídanse de su atmósfera y su serenidad.

Tan solo en la calle, habrá terminado su visita a una torre de Babel bien particular.

Lágrimas negras
Hotel Silken Puerta América
Avenida de América, 41-Madrid
Tel.: 917 445 400
Acceso directo a parking gratuito:
Calle Corazón de María nº 10 y Avenida de América 41

COCINA Sport elegante
AMBIENTE Modernito
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / Negocios
PRECIO 80 €

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