Embarcadero

O de una restaurante donde se sentiran como un «alto cargo».

Un hotel restorán situado a medio camino entre Neguri y Las Arenas, frente al mar.

Si quieren sentirse presidente del Athletic Club de Bilbao, de Altos Hornos de Vizcaya o Sheriff del mismísimo Ajuria-Enea, no tienen más que subirse de copiloto en el automóvil imponente de algún colega y tomar camino hasta el Hotel Embarcadero, entre Neguri y Las Arenas; verán de pronto una entrada señorial, en mitad de Zugazarte, y pedirán a quien les lleve que gire sin brusquedad a la derecha, para avanzar entre casas por una finca de las que rompen la pana, ¡qué clase!

A la izquierda la mar, sí, y una fachada remozada de un original edificio construido en 1925 por Manuel María Smith Ybarra, insigne arquitecto vizcaíno y autor de casi todos los pilares de la burguesía vasca de la época, considerado el introductor del estilo inglés y promotor de la vivienda de baja densidad; miren ahora a la derecha y disfruten del bonito jardín bien acicalado, algunas peonias, hortensias y la inesperada rampa que les guiará en el auto hasta la mismísima garganta profunda del hotel; ¡ojo con las columnas!, cuídense de no lastimar la limusina y accedan en ascensor hasta su interior, decorado en un estilo so british en combinación con mobiliario contemporáneo, fotografías y algún aparador lacado traído desde Hanbel o de la china mandarina, vayan ustedes a saber.

Dejémonos ya de pamplinas y abandonen su papel de “alto cargo”, deshínchense tirando para la barra a pimplarse un piscolabis y una tapita, puedo sugerirles un Campari con mucho hielo, vermú y soda y una de esas banderillas del fondo, ¡no, esa no!, más allá, ¡esa, exacto!, las de medio huevo cocido con gamba, pompón de mahonesa y oliva con hueso pinchada en el extremo del palillo. Cojan otra, que no les ven, truhanes. Levanten ahora el cogote y fíjense en el ventanal del fondo, ¡arriba!, ¡qué hermosura, eh! Si hace buen día, salgan al muelle de Las Arenas, -cuídense de las bicis y los korrikalaris, no vayan a magullarse y tengan que marchar al cuarto de socorro antes de comer-, y deléitense con las vistas, a su derecha, la playa de Ereaga, Neguri y el puerto deportivo, sí, allá en lo alto imponente el molino de Aizerrota y más arriba La Galea con su estupendísimo campo de golf first class; justo enfrente, Santurce, el super puerto y si asoman el morro con precaución para no caerse, verán hasta el Puente Colgante.

Admirando el hotel desde el paseo, verán el resultado de una profunda reforma llevada a cabo en la casa tras años de abandono, con el fin de convertirla en un establecimiento hotelero en 2003; tras la remodelación, mantuvieron los principales elementos del estilo en el que fue construido, destacando así la originalidad de la composición y combinando el regionalismo popular vasco, presente en los característicos huecos triangulares de ventilación del piso superior, con multitud de elementos cultos y populares de distintas tradiciones peninsulares y británicas, definidas en la cantidad y variedad de vanos, solanas y miradores.

El terreno en el que se ubica perteneció a Tomás Allende Alonso, que lo dividió y repartió entre dos de sus hijos en 1925, formando las fincas de Kaialde y Villa Ariatza; esta parte le correspondió a su hijo Luis, que encargó la construcción al reputado MMSYbarra, arquitecto licenciado en la Escuela de Madrid, en la que sobresalió por su excepcional capacidad, recibiendo la medalla de alumno distinguido de manos de Alfonso XIII.

La sociedad vizcaína de la época mostró su gusto por lo inglés en el deporte, la moda o en la proliferación de restaurantes y clubs y, por supuesto, en la arquitectura de ésta y muchas otras villas, interpretadas a la perfección por ese estilo imperante que arraigó rápidamente en la zona, no tienen más que fijarse a izquierda y derecha, en todas las casas vecinas.

¡Ale!, vayan entrando que sobre el paseo hace un frío que pela. Verán que el Embarcadero, además de ofrecer espaciosas habitaciones, dispone en su planta baja de un par de comedores en los que disfrutar de una cocina con las mismas aspiraciones que pueda ofrecerles el resto de establecimientos de la cadena Ercilla, a la que está adscrita la gestión del local; les recomiendo que antes de sentarse a comer a la carta, husmeen en cocina que es lo que contienen los menús de trabajo que ese día se ofrezcan a la clientela; sin ir más lejos, en mi última visita desviaron un par de bandejas de estupendísima ensaladilla rusa con escarola, aliñada con bastante desparpajo, ¡háganse amigos del chef, dondequiera que ustedes vayan!; los fritos del lugar valen mucho la pena, la pasta orly, finísima, envuelve las rabas y las gambas, que acompañan a unas delicadas mollejas de cordero empanadas, croquetas y San Jacobos de jamón y queso fundido; las alcachofas las saltean con una crema de ibéricos subida de tono, con papada tostada, y ofrecen algunos bacalaos servidos en ración de pelotari, sobre un guiso de manos y morros de ternera, salseados con vizcaína, Club Ranero o pilpil, a elegir “según humor” y las ganas que tengan de complacer a su médico de cabecera; si sus análisis están hechos una cochambre, absténganse de atacar el secreto ibérico con chalotas y puré de patata mortero o de trincarse tras el postre un segundo cubalibre, es un consejo de la Federación Española Contra el Desastre (FECD).

Podrán fumarse en la terraza el puro habano o el cigarrito, mientras allá en lo alto revolotean miles de gaviotas con puntería de remontista, ya saben, colocan la pelota donde quieren; ojo, pues entraron como aristócratas en el establecimiento, no vayan a marcharse, sin comerlo ni beberlo, con una boñiga prendida de la solapa.

Embarcadero
Zugazarte, 51
Las Arenas-Getxo
Tel.: 94 480 31 00
info@hotelembarcadero.com
www.hotelembarcadero.com

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Modernito
¿CON QUIÉN? Con amigos / Negocios
PRECIO 70 €

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