¡Zorionak EITB!

O de una parrilla televisiva repleta de auténtica gelatina de cocina.

Mis recuerdos de infancia están contenidos en un Telefunken que había por casa y que tan solo podía encenderse cuando traía notas aceptables, recogía mi habitación, ayudaba a doblar jerseys en la vieja tienda Margarita o me zampaba, sin rechistar, el platazo entero de lentejas con tocino; la tele, entonces, la ponía en marcha un adulto y jamás se me pasó por la cabeza ni por asomo, acercar el dedito al botón y enchufar el aparato sin permiso.

Además de los anuncios de champú de la televisión francesa, llenos de pechugamen y desmelene, me entretuvieron todas las emisiones de cocina que fui capaz de pillar en antena; me alimenté del descaro y el arrojo de la cocina de los mosqueteros de Maite Ordoñez, de los festines divulgativos y descacharrantes de Jean Pierre Coffe, de la sonrisa de Anne Marie Peysson, del tocino y el olor a cebolla de Elena Santonja; de Rick Stein, Petitrenaud, Keith Floyd, Labordeta y de un nuevo canal, EITB, que arrancó sus emisiones un día de diciembre de 1982 e incluyó siempre en programación un “menú del día”, lleno de sabor y de sofrito.

La semana pasada, fueron galardonados con el Premio Euskadi de Gastronomía a la Mejor Labor Periodística por su divulgación de la mejor cultura culinaria del país y Miguel Ángel Idígoras ha sido el encargado de recibir el reconocimiento, ¡enhorabuena! Nunca una “parrilla” televisiva y radiofónica tuvo tanta gelatina de cocina, y la verdad, luce la melena con un premio que comenzaron a fraguar monstruos de la talla de Karlos Arguiñano, Pedro Subijana y tantos otros, que aún hoy, con la que está cayendo, nos esforzamos por entrar en sus casas sonriendo, con el horno en marcha, las patatas y el cuchillo cebollero.

Crédito fotográfico by ccharmon