La Vinoteca

Un oasis en mitad de la avenida de Francia

Si pasan frente al Stadium Gal de Irún verán una lona de la vergüenza curradísima que cubre esa casa encargada por los escultores Néstor Basterretxea y Jorge Oteiza, proyectada por el arquitecto Luis Vallet, que se derrumba desde que soy niño y paso por delante camino de Francia. Nuestro patrimonio cultural está en manos de gestores indocumentados que cubren el expediente organizando las fiestas patronales de nuestras localidades, y así nos va. Siguen siendo tiempos de pan y circo. Y hablando de bollos, todos los iruneses que peinen canas recordarán el delicioso olor de Recondo y la visión deslumbrante del obrador a través de la puerta entreabierta, lleno de amasadoras y bocas de horno escupiendo tostadas a mansalva. Menudo invento de señora desdentada el del pan seco untado de mantequilla y mermelada para desayunar.

Un poco más arriba de esta avenida y antes de aterrizar en la Vinoteca, les contaré que en una villa de aspecto tenebroso como de peli de Alfred Hitchcock vivió el profesor Rafael Escales, que en compañía de su sobrino “el foie” fue durante un tiempo el terror de adolescentes y malos estudiantes que padecíamos sus eficaces métodos de enseñanza para aprobar las asignaturas en septiembre. ¡Mano de santo!, porque en junio eras tonto del haba y en septiembre volvías de los exámenes victorioso como Juan Luis Arsuaga el paleoantropólogo. En la misma acera estaba la casa de mis tíos, Mari Carmen y Jaime, en la que pasé momentos de infancia pistonudos, jugando con mis primos, liándola en la cocina, leyendo Tintines y alucinando con todas las joyas que colgaban en sus paredes: cuadros de Jesús Basiano, máscaras polinesias, dibujos de Gaspar Montes y acuarelas de Menchu Gal. Mi tío fue médico de familia y cuidó a todo pichichi administrando recetas y auscultando catarros, administrando remedios y derivando las movidas gordas a colegas de la capital, cuando las dolencias pasaban de castaño oscuro. Ya vamos llegamos al tasco que hoy recomiendo en esta hoja parroquial del papeo, lugar singular con una buenísima selección de vinos, terraza elegante y productos de categoría acicalados con esmero.

Cámbiense de acera y pasen frente al taller de reparación de automóviles “Nicolás”, cuyo patrón se pasó toda una vida currando y apostado frente a la puerta, viendo pasar furgonas, automóviles y camionetas, pendiente del inflado de neumáticos y del cambio de aceite de todo el barrio. Levantando la vista, sobrevive el hotel Alcázar y junto a sus jardines hoy está el juzgado que ocupa un espacio robado a las derruidas escuelas Viteri, que conocí antes de que se demolieran para convertirse en descampado en el que aparcaban los Seat seiscientos para ir a ver pelis de indios y vaqueros y los hermanos Marx a las sesiones del Avenida. Justo enfrente está la Vinoteca, que sirve jamón de categoría y un pulpo a la plancha con puré muy currado, espolvoreado con pimentón de la Vera de categoría. Pero esperen un segundo a que finalice mi brasa y ya volveremos a esta casa pilotada por Carlos, su custodio, que hace malabares para mantenerla en forma y al gusto de los clientes ITV que la visitan.

Frente a la cartelera estaba el viejo convento de las Siervas de Jesús con su campana y un poco más arriba el ultramarinos de la familia Merino en el que nos forrábamos a Bonys, Tigretones, Phoskitos “regalos y pastelitos” o Panteras Rosas, además de otros locales antediluvianos como Mayre, en el que hacíamos cola para pillar los recambios del Rotring, la zapatería Don Gato del gran Michael Leslie Lister, el sastre Efrain, el Búfalo y la mejor tienda de ropa para niños del mundo mundial, ¡Margarita!, gestionada desde la guerra por mi abuela Paquerette y sus hijas. Pero centremos el tiro de una vez para que no me condenen por pelmazo. La Vinoteca es una tasca elegante en pleno centro irunés en el que muchos vecinos y currelas de las inmediaciones instalan sus reales posaderas para echar un café, escaquearse del juzgado o pelar la pava, directamente. Ya sabrán que se liga más a las ocho de la mañana tomándose un cortado con un pincho de tortilla que en Bataplán a las cuatro de la madrugada. Sirven pinchos, raciones y en un pequeño y coqueto comedor o en su emperifollada terraza exterior podrán dar cuenta de sus especialidades servidas sobre vajilla, con cuchillo, tenedor, servilleta y tapete: ensaladilla rusa, salmón ahumado, sardinillas gourmet, boquerones en vinagre, buenas croquetas y calamares, carpaccio con orejas rellenas, ensaladas serias con pocas chorreras, sin maíz de lata ni jarabe de Módena, tablas de quesos, patés o ibéricos y algunos guisos de legumbres estofadas, verduras de temporada, mejillones en salsa, gamba blanca plancha y chuleta asada con pimientos y patatas. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.

La Vinoteca
Av. Iparralde 12 – Irún
T. 943 730 584
@lavinoteca2022

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca modernita
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / En familia
PRECIO ***/*****

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