Prim

Un asador lekeitiarra con material de primera

Lekeitio o Mutriku o localidades tan castas como Ondarru no salen casi en el mapa del papeo y cuando nos hablan de cocina de costa y de parrillas y de tarros de bonito, de besugueras y anchoílla en salazón o de regar los lomos de pescado con un buen chorreón de ajilimójilis, son otros nombres los que lucen y sacan pecho en las guías o entre los coleccionistas de experiencias religiosas, ¡menuda panda de bandarras! Agarren el automóvil y plántese en Lekeitio con tiempo para pasearse por sus calles y alucinar con las hechuras de un pueblo dedicado desde tiempo inmemorial al mar y a ofrecer marinos para servir en la Armada, pues toda la costa guipuzcoana y vizcaína está llena de escudos de armas que campean en las fachadas de las casas en las que nacieron los mayores marinos que conoció occidente, ¡así de clarinete!

El General Prim fue un militar de carrera fulgurante que la lio bien parda y jugó todas sus bazas posibles como político, estratega y conspirador. El gran Ramontxu es el salsero mayor del muelle, propietario del garito que hoy les presento y vecino muy querido por dedicarse en cuerpo y alma a cuidar a todo pichichi desde la barra y el comedor. No sabe decirme quién carajo colgó el retrato del militar de Reus en su local, pero allá lleva toda la vida presenciando curdas, tertulias, alegrías, celebraciones y desvelos de todos los que se acercan allá a echar un trago, pinchar algo o ver los temporales soplar sobre los hombros de las ventanas. Una cosa es el bar y otra distinta el asador, ¡palabras mayores!, situado a escasos metros el uno del otro y con una corta singladura de seis veranos intensos, fructíferos y felices en los que se desenvolvieron como peces en el agua los clientes y ese equipo joven que se reboza los sesos por agradar y atender de categoría a todo el que franquea la puerta con apetito y cartera alegre.

Seguro que los mayores recuerdan como los marineros recién llegados a puerto se gastaban el jornal en unos almuerzos de copete a mesa corrida y carta cantada, descorchando botellas de vino del copetín, así que ese es el espíritu que destilan las paredes del Prim, cargadas de pedigrí, raza y tronío. Indudablemente la ubicación es excelente. Como decía el dueño del Corte Inglés, sus grandes almacenes tenían que estar en la plaza del pueblo, y es evidente que el coqueto y elegante puerto de Lekeitio es el lugar ideal para disfrutar de la vida y darse un homenaje antes de aterrizar en Villaquieta. El ambiente es familiar y la brigada hace piña alrededor del patrón Ramontxu, líder espiritual y hábil psicólogo, más listo que un mapache y capaz de incorporar a su vera buena gente con ganas de trabajar y de mejorar, que es el tomate de un buen sofrito: no conformarse con lo hecho e intentar que mañana luzca más la melena. Ana Rosa, Camilo, Eneritz, Garazi y Katalin atienden sus mesas y la cocina la pilota un pirata de altura llamado Mitxi y su cuadrilla, Bea y Ruslan, capaces de plantarle cara al material que guardan en sus neveras.

Prim es un asador tradicional con cocina de producto. A pesar de contar con una carta variada trabajan platos de temporada y sorprenden con la alegría de la cesta de los proveedores locales, que acercan pescados frescos fresquísimos del puerto. Cabalgan entre sus propuestas esos clásicos de nuestros restoranes de salitre que gustan a la gente bien bebida, comida e inteligente que está de vuelta de Flandes caminito de Yuste y no se quiere romper la cabeza jamando excentricidades y muere por acercarse el jamón ibérico de bellota a la boca, unos filetes de anchoílla en salazón empapados de aceite para untar pan o la clásica sopa de pescado con sus abundantes tropezones gordos, mondos y lirondos. El modus operandi de la visita a un velatorio consiste en estampar un par de besos a la familia, romper el hielo con algún recuerdo divertido y santas pascuas. Por donde llegaste das media vuelta y marchas sin dar la brasa, ¡noble arte! De la misma forma, en el Prim te plantas con el único objetivo de conocer qué golosinas esconden sus cámaras y nunca falla colocarse frente a la parrilla y decirle a Mitxi que sirva lo que él se comería, simple y llanamente. No falla. Es triunfo seguro si poseen agallas, lo hacen con gracia y naturalidad y no son unos tarados mentales desconfiados que piensan que les darán gato por liebre. Nada da más pereza a un cocinero que tropezarse con un anormal de estas características. Relájense y nunca olvidarán la visita a este templo lekeitiarra del pescado y del marisco.

 Prim
Arranegi 24 – Lekeitio
T. 94 675 48 32
https://asadorprim.com/

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE asador marinero
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / En familia
PRECIO ****/*****

 

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