Patrick Duler es un astronauta francés que pilota el Domaine de Saint-Géry, una vasta extensión fértil que el buen hombre se currela para procurarse el sustento y la felicidad de sus clientes, que se acercan hasta su fogón para darse el gustazo de zampar como reyes una cocina paisana del terruño elaborada con ingredientes del entorno.
El amigo Patricio es un culo inquieto de curiosidad insaciable, infatigable en el esfuerzo, pues lo mismo extrae su propio aceite para sofreír que recolecta trufas negras, verduras del huerto, cría cerdos, planta cereal y lo siega o se curra los jabones y afeites que sus huéspedes emplean en las habitaciones, pues además de restorán, la granja atesora coquetas habitaciones si quieres retirarte unos días del mundanal ruido.
Así que campesino y hombre de huerta de día y cocinero de noche, pasa sus días subido a lomos de tractores, motocultores o cargando con sopladores, desbrozadoras y todo tipo de herramientas a motor, para poder anudarse durante el servicio el mandil y plantar en la mesa una cocina con muy pocas mariconadas.
Aún saca tiempo para poner en marcha su obrador de charcutería, pues con la materia prima cárnica que maneja el muy cabrón, mete en tarros todo tipo de patés, terrinas, “chichons” o rillettes como la que ven en la fotografía: Se deshace en hebras tiernas en la boca, sabrosa a rabiar, delicada y adictiva, envalentonada con pimienta negra y una larga cocción para que las carnes confiten, caramelicen y aquello se convierta en droga dura.
