Tomate frito de Los Palacios

Algunos nacen con un pan bajo el brazo y ciertas amistades también llegan con la ventura en el zurrón o en este caso, con una salsa de tomate que apaga el hipo.

El día que conocí a Concha y a su Pepeíllo Begines se nos abrió el cielo porque llegaron a lomos de esta conserva, que suena como a Barón Rampante de Italo Calvino, pero bien cierto es que “asín” se desarrollaron los acontecimientos.

El líder espiritual de “Los Chanclas” y compositor de acertados temas musicales que pasarán a la posteridad por su finura, es vecino de la localidad sevillana de Los Palacios y Villafranca, que como sabrán es cuna de majestuosos tomates y primores de la huerta que no se los salta un torero.

La “fritá”, el “sopeao”, el ajo “meneao”, los albures en adobo, los roscos fritos o las tortas “doblás” de aceite son timbres de gloria del lugar, pero lo que realmente te saca los ojos de las órbitas es esta cacho salsa de tomate, que sigue la formulación estricta de una receta de la abuela del fundador de la empresa.

La guisan a fuego lento y sin prisa, durante más de tres horas de reducción de un sofrito que reduce a 365 gramos de mermelada casi kilo y medio de tomate natural. Si destapan el tarro y pillan una cuchara, corren el riesgo de papeársela como si fuera un yogur.

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