Vasquitos y nesquitas

Desde crío, los regalos que más ilusión me hicieron fueron los adoquines de caramelo que mi tía Lorencita traía desde Zaragoza y las lujuriosas cajas de lata de Vasquitos y Nesquitas que la tía Milis, prima de mi madre, traía desde Vitoria para nuestra alegría y alboroto, ¡otro perrito piloto! Resulta que los amigos de Goya, padres del invento, son una empresa familiar y llevan la friolera de ciento treinta y dos años currando y repartiendo sus golosinas en tiendas propias, colmados delicados y aeropuertos, pues los vascos de a pie vemos la caja y se nos cortocircuitan las pestañas.

Comercializan una amplia gama de exquisiteces, trufas, turrones, mermeladas, repostería, bollería y todo tipo de artilugios engordantes, pero bien cierto es que sus surtidos de bombones están de muerte por la intensidad de sabor, suculencia en el relleno y ese aire clásico y detenido en el tiempo, que en los tiempos que corren, llenos de sinsentidos y deformidades, -turrones de percebe de arrastre o chocolatinas esferificadas de patatas a la riojana-, es un punto mucho más que a favor.

Estrenaron obrador con todas las comodidades, así que modernizaron los procesos, ampliaron las gamas y afianzaron la calidad de sus criaturas. ¿Quién no cayó rendido alguna vez a sus Bocaditos, los Kirris, sus Goyescos o las Frutas Vascas? Larga vida a los que nos alegran la existencia y que a los de Goya les toque la lotería primitiva con todos sus reintegros.

www.confiturasgoya.es
Lata 730 g.: 32,15 euros

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