Todo el mundo ha pasado alguna vez por Calanda, que es tierra de melocotones y de buenas mozas, pues no hay pichichi que no sepa que allá en semana santa cumplen con la tradición de “romper la hora” hasta sangrar, con el estruendo de bombos y tambores. También es sabido que aquella es la tierra de Luis Buñuel, que en sus memorias tituladas “Mi último suspiro”, dejó constancia por escrito de su lucidez, compromiso y ese arrojo de tener las dos pelotas colganderas bien plantadas entre las piernas.
Este tipo debió de ser excesivo, generoso hasta las cachas y profundamente exagerado en su manera de vivir, como les ocurre a quienes chupan, tragan, platican en voz alta, se duchan una vez al día y no van al gimnasio. Deberían leerlo y no perderse el capítulo final en el que el buen hombre se desnuda por completo, confesando esas pequeñeces gordas como melocotones que le alegran a uno la pinche vida: nunca madrugó, escapaba del calor como de la peste y perfumaba su Dry Martini con un haz de luz que atravesaba la botella de Martini blanco.
¡Sí!, yo me habría ido de farra bien a gusto con Buñuel, que habría adorado estos gordos y carnosos melocotones en almíbar muy ligero, que son teta de novicia. En un mundo que se ha vuelto idiota con sus postres de chichinabo y de caperucita roja, ¡basta ya de bizcochos de zanahoria, de mochis de boniato y de ceviches de fresón de Palos!, ya es hora de reivindicar nuestras golosinas patrias bien hechas que llevan toda la vida alegrándonos la existencia, y esta conserva es buena prueba de ello, ¡está de muerte! Bien escurridos, podrán sumergirlos en un arroz con leche, unas natillas o acompañarlos en gajos con un buen helado de limón o de nata del valenciano de la esquina.
www.conservascalanda.com
precio aprox.: 6/8 medias piezas – 8 euros
Creo que hay poca gente que escriba tan bien sobre las cosas del comer, esas que al final son las que nos mantienen con fuerza para soportar este mundo de necios elevados a la categoría de charlatanes oficiales de esa clase social que ve grandes hermanos y maestros de cocina metidos a estrellas mediáticas, o tal vez sea al revés. Qué espanto de mundo. Aprecio mucho, de verdad, que digas lo justo sobre la comida que comentas. Eres grande.Lo sé.