En muchas ocasiones les hemos referenciado en esta columna dulcerío de convento, pues les confieso que considero un deporte pelotudo eso de franquear la puerta de una congregación y echar el rato con las hermanas hablando de lo divino y lo humano. Por eso, si tienen la suerte de echar algún día en Extremadura les recomiendo que se dejen caer por el valle de las Villuercas y alucinen en cinemascope con esa geografía que antes fue fondo marino y hoy son risco y pedregal en los que corre el gamo y vuela el águila culebrera, como en los documentales del malogrado Félix Rodríguez de la Fuente.
Si franquean los Ibores y cruzan a pie bien derechos por la cumbre llamada “Matavacas”, desembocarán en esa dehesa fastuosa en la que pastan vacas y corretean cabras, ovejas y guarros que finalmente terminan en nuestras despensas en forma de jamones, presas, chuletas, tortas, embuchados y quesos.
Como a nadie le armaga un dulce, lo mejor es que no pierdan paso y dejen atrás los pueblos de Conquista o Herguijuela y sin voltear la mirada, no vayan a convertirse en estatuas de sal como la mujer de Lot, vayan llegando a Trujillo y hasta su misma plaza Mayor. Recuperen allá el aliento tras la caminata, tomen una cañita fresca o un vino de pitarra en La Troya o en casa Bizcocho y prepárense para un empacho de dulces de categoría, pues en el convento de San Pedro, las fenómenas hermanas Franciscanas bordan unos confites de aúpa el Erandio. Ya saben, toquen la campana del torno, entonen un “Ave María Purísima” y déjense aconsejar por las hermanas Yuri, Iluminada y María, que les llenarán las alforjas en un periquete de pastas de coco, palmeritas de hojaldre, perrunillas de manteca, pestiños y yemas. Eso sí, los tocinos de cielo son para hablar con dios, pequeños, casi de bocado y con un regusto a yema de huevo de órdago, les dejarán la voz bien fina para poder entonar unos motetes. Amen.
Convento de San Pedro
San Pedro 5 – Trujillo
t.: 927 320 234
Deliciosos!! La yemas y los tocinillos de cielo te acercan allí mismo! Al cielo!