O de unas huevas de capricho.
La cultura del salazón es absolutamente ancestral, dicen que fueron los egipcios los pioneros en esta técnica, y ya en una tumba anterior al año 2.000 A.C. se encontraron carnes, aves y pescados salados, además de verduras, queso, pan de higos, cerveza y vino, bórrense el tanto todos esos modernetas que creen haber inventado el mundo esferificando pompas de jabón de tocador.
Entre las salazones hay una que es la repanocha en verso, las huevas de mújol son bombazo superior, si no las probaron nunca, dense algún día el capricho, ¡por dios, aunque sea en minúscula porción! Los de Alma han iniciado un nuevo camino en este tipo de salazón, una técnica que reduce el tiempo de curación, con menos sal y sin prensado.
Y el resultado es espectacular, unas huevas tan tiernas que parecen yemas de Ávila, tope jugosas, grasas, en una síntesis entre el fresco y la salazón, con un gustazo natural a mar, intenso y fresco que es demasié para el bodi. En definitiva, más producto y menos tratamiento para conseguir una textura mullida que es casi crema y una esencia estratosférica. Si luciéramos bronceado y paquetón y fuéramos ricos como el difunto Espartaco Santoni, seríamos yonkarras de la hueva de mújol, ¡así de clarinete!
Alma Marina
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Hueva de Mújol (piezas de 180 a 200g) P.V.P.: 100,00 €/Kg
Hueva de Maruca (piezas de 150 a 4,500 g) P.V.P.: 49,00 €/Kg