“jan, edan eta gozatu”
Coman y beban en el rumboso barrio del Antiguo como gochos en una dehesa salmantina.
Desde la época de los merovingios, allá por el siglo X, cuando se levantó el primitivo monasterio de San Sebastián, la esencia donostiarra estuvo vinculada al barrio del Antiguo. Después la ciudad se trasladó a los pies del Urgull, se enseñoreó y perdió por el camino parte de su identidad, ligada hasta entonces a las huertas y marismas de Ondarreta. El núcleo urbano original se convirtió en zona extramuros y sus vecinos vieron crecer la capital a lo lejos, mientras empuñaban el azadón y la pala.
Hoy en día, cruzar el túnel del Antiguo aún implica viajar a una población distinta, una ciudad dentro de otra, y en este juego de matriuskas donostiarras, los residentes del otro lado siguen manteniendo una personalidad y un orgullo propios. En ese pequeño universo hay de todo y sus calles proclaman un fuerte sentido de pertenencia, una sensación de comunidad compartida por todos sus habitantes. Para qué van a ir a otro barrio si en el suyo está la carnicería de siempre, la panadería de siempre y las mejores fiestas de la ciudad. En este micromundo de casta y raigambre, los vecinos disfrutan en la calle y si no hay verbena se la inventan.
Atraídas por este carácter festivo, las hermanas Cobreros (antiguas capitanas de La Consentida de Gros), decidieron este año hacer las maletas, empaquetar platos y cuchillos y poner rumbo a la mítica calle Matía, siendo recibidas con los brazos abiertos y los estómagos rugientes. La muchachada de Bois et Fer diseñó sus muebles a medida y proyectó el interiorismo del local, siendo los responsables de ese estilo acogedor y actual que se respira nada más entrar en Drinka, nombre sonoro y sugerente, que a pesar de su connotación anglosajona, proviene de unos versos del poeta Manex Etxamendi.
Esa misma sutil relación entre lo internacional y lo local se agarra a la decoración y la carta del lugar, en el que por fin se aprecia el potencial de un espacio anteriormente desaprovechado, pues ahora es diáfano y luminoso. El lema “jan, edan eta gozatu” remite a esa universal ansia de comer, beber y disfrutar que se siente igual en El Antiguo que en la Conchinchina o viendo la película de similar título de Ang Lee.
Desde sus antiguos dominios de Gros, Carmen y Elena se han traído no sólo una hueste de fieles parroquianos sino varias de las especialidades con las que triunfaron allá. La hamburguesa de bonito con guacamole, lechuga, tomate, cebolla y mahonesa de wasabi ha conquistado al feligrés del otro lado del túnel, e igualmente ocurre con el resto de hamburguesas, plato fuerte de la carta con propuestas tan sugerentes como la de chuleta con cebolla, la de pollo y queso cheddar o la muy pecaminosa de guarro ibérico con salsa de queso azul.
En Drinka se puede almorzar, comer, merendar, cenar o tomarte un copazo a cualquier hora del día, y los pinchos calientes como los buñuelos de bacalao, las croquetas de jamón, queso y nuez o morcilla alternan con una voluptuosa tortilla de patatas o raciones de chipirones en su tinta, calamares fritos y mejis al estilo francés. La cocina, comandada por Carmen y su amiga Carol, lo mismo saca platos de pulpo a la gallega o patatas caseras con tres salsas que guacamole con nachos o carpaccio de rosbif con parmesano. La amplitud de miras y horizontes sigue en el apartado de ensaladas, donde podemos trincarnos la de espinacas con beicon, queso de cabra y vinagreta de miel, o la combinación verde que lleva el nombre de la casa, un festival que mezcla en paz y armonía pollo, pan tostado, anchoas, vinagreta de cítricos y vegetales.
Sus bocatas no les van a la zaga, pues la oferta incluye “torpedos” como el de papada de cerdo con cebolla, mahonesa de mostaza y mojo de vermú. Si con éste no rematan, aún podrán elegir el de jamón ibérico con tomate en pan de cristal o el milagroso de filete de cadera con su juguillo y algo de verde y pepinillos. Para los que necesitan acabar la comida con alguna dulzaina o simplemente quieren merendar como Gengis Kan, los postres son guarros guarreros, brownie con helado, tarta de zanahoria o una mousse de yogur y queso fresco con caramelo salado.
La lista de vinos es corta pero intensa, destacando algunos nombres de casta y tronío y algunas procedencias originales, improbables en un pequeño bistró como éste. Podrán refrescarse el gaznate con cava, champagne, blancos del Somontano o Ródano y vinazos como R de Remírez de Ganuza, Pago de Carraovejas o Pintia. Una oferta escogida y original que complementa a la perfección una cocina sencilla llena de guiños y sorpresas, sin ningún tipo de complejos. Larga vida pues a esta taberna con sus taburetes molones de Bois et Fer, al rumboso barrio del Antiguo y a la hedonista máxima de comer, beber y gozar como gochos en una dehesa salmantina.
Drinka
Calle Matía, 50
San Sebastián
Teléfono: 943 228 476
Web: www.drinkadonosti.com
Email: info@drinkadonosti.com
HORARIO
10:30 – 0:00, viernes y sábados por la noche hasta las 02:30.
En fin de semana abre a las 11:30
Martes cerrado
COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Modernito
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja/ En familia
PVP: 25-30 €
Como siempre, señor de Jorge un placer verte, salivar como gorrinos viendo tus platos y relamerse haciéndolos en casa.
Además leerte aporta un popurrí de cultura histórica, musical y artística muy entretenida que invita a investigar.
Quería preguntarte acerca de qué cuchillos usas actualmente, por la forma del dorso (esa especie de muescas metálicas) y las letras parecen cuchillos japoneses y tienen una pinta genial.