La taberna de Sergio.
Un tasco sin florituras y comida sin gilipolleces.
Si viajan ustedes de ciento en viento a los madriles y comparan su ambiente actual con el que recuerdan (aquél de cuando reinó Carolo), pensarán que la villa y corte ya no es lo que era. No quedan barquilleros con atuendo de chulapo y es difícil encontrar en el centro una tasca de vermú casero y aire de chotis.
La capital del reino se ha reconvertido en una ciudad cosmopolita, de ésas que miran de tú a tú a Londres o Niuyor. Y al visitante foráneo le hacen falta buenos soplos y recomendaciones para no caer en primadas de turista. Ésas que nos ocurren a los provincianos cuando, después de mucho patear, acabamos entrando en el primer restorán que vemos, seguramente franquiciado y lleno de microondas.
Para no pecar de Paco Martínez Soria en la gran ciudad, aléjense ustedes un poco del centro de la polis, cojan el metro hasta Legazpi y conocerán un barrio transformado pero con personalidad propia. Donde antes estaba el matadero municipal, la cárcel o el mercado de abastos, hay ahora un ambiente alternativo repleto de actividades culturales y los bares de servilletas grasientas y casquería han sido sustituidos por locales acordes al espíritu de la zona, es decir “arreglaos” pero informal.
Enfrente de Matadero Madrid, punto neurálgico y creativo del barrio, está El Luca, paraíso tanto del turista connoisseur de pies cansados como de su abundante clientela local. Allí podrán reposar la nalga en su agradable terraza y llenar el estómago de combustible para proseguir con el paseo. El Luca es de esos sitios donde te hacen sentir como en casa, con un trato amable y simpático que se refleja en el carácter de su comida. No es de extrañar, puesto que es obra de un “salao” con mayúsculas, un campeón de la diversión culinaria y la frescura. De nombre, Sergio Fernández; de cara, si suelen ustedes ver la tele seguro que ya se la han puesto, porque desde hace años triunfa en la pantalla como un torpedo incombustible que derrocha simpatía y buen hacer a partes iguales.
Sergio, además de guisandero y “showman” catódico, es profesor de la Escuela Superior de Hostelería de Madrid, asesor gastronómico, formador y no sé cuántas cosas más aparte de buenísima gente con el que te pasarías media vida de ronda. El Luca, abierto en 2009, traduce fielmente sobre el fogón su personalidad abierta y familiar. Empezando por una decoración sencilla pero moderna, siguiendo con una carta plasmada en una divertida ilustración y terminando por un desfile de estupendos platos a un precio que se caga la culebra pitón del Serengueti. Siguiendo la máxima de que la buena comida es para todos, en el Luca podrán jamar a discreción, con calidad y en abundancia por un coste que pondría los pelos como escarpias a los hosteleros de la Gran Vía.
La carta, sin pretensiones ni florituras, es de comida tradicional con toques internacionales, ejecutada con el oficio de un tipo que se ha dejado las pestañas en este negocio desde hace mucho tiempo y que lo borda con una templanza muy torera. Lo mismo puedes elegir platos clásicos de regusto hogareño, como las croquetas de langostinos, el rabo de toro o unas papas “arrugás” de quitar el sentido, que optar por algo con un halo más creativo y sofisticado como la crema de yogur con vino o los “nuggets” crujientes de pollo con pipas. Sergio ha incluido el asunto “fast-good”, que como habrán adivinado, es comida rápida pero sabrosa y con productos de alta calidad. Si se tercia y tienen el día voraz, prueben ustedes el “hot-pork”, una especie de perrito caliente con longaniza fresca, cebolla caramelizada y mostaza, que es un pepinazo sideral, o la ya famosa “McLuca”, su hamburguesa de vaca, que está de rechupete.
Si los comensales son más clásicos, no duden en pedir el bacalao confitado con tomate casero y all-i-oli, la brandada de bacalao gratinada, las carrilladas con puré trufado de patata, el bodrio, una morcilla que traen especialmente desde Jaén, o los espectaculares arenques marinados, que están para tirarse tres días llorando abrazado a una farola, que diría el bueno de Sergio.
Postres cachondos y muy sabrosos como los pasteles fluidos, el todochoco.com o la tarta de queso con chocolate blanco y albaricoques.
Todo esto en raciones individuales y para compartir, con precios a partir de los cinco euros. ¡Y en pleno Madrid, oigan! ¡Ah!, última recomendación para visitantes esporádicos: es importante reservar porque como comprenderán, está siempre de bote en bote. ¡Viva El Luca y su equipazo!
El Luca
Plaza General Maroto, 2
28045 Madrid
Teléfono: 914 73 54 47
Web: www.lucafactory.es
Cierra: Lunes
COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca / Modernito
¿CON QUIÉN? Con amigos / En familia
PRECIO 20-30 €