¡Viva Roberto Zapata!
Un tipo rasca el fondo del puchero en Madrid como un verdadero caimán.
Este restorán pegó el campanazo en los madriles hace dos años, y desde entonces tiene cola como de churrería “La Mañueta”, pues todos quieren sentarse en las mesas de este peculiar garito del barrio de Salamanca. Lo de Punto Mx no ha sido flor de un día, Roberto Ruíz y su equipo son una panda de titanes que ponen sobre el mantel una cocina mejicana auténtica, esencial, inteligentemente modernizada y adaptada al gusto europeo, derrochando personalidad, que en toda tierra de garbanzos cotiza al alza.
Lo primero que llama la atención del garito es que aún siendo mejicanos, abren puntualmente el portón del negocio, si van a cenar y se apoyan en la puerta a las nueve menos cinco, comprobarán que a las nueve clavadas un tipo con pinta de “rayo tapatío” les invitará a pasar con cortesía.
Si llegan sedientos sienten sus reales en un bar bien chulapo con sillas bajas en plan caseta sevillano-mejicana en el que beberán de miedo todo tipo de tragos de peli de Robert Rodríguez, entre los que destaca la peligrosa mezcalinha, fresca y poco alcoholizada para poder chuparse un porrón de ellas. Este trago endemoniado de mezcal blanco, sirope de agave, lima y jengibre, junto con las margaritas y la cerveza fresca son inmejorable tentempié para regar el poderoso menú que los aguarda, pues la cocina de Roberto Ruiz es un certero patadón en el paquete, ¡avisados quedan!
Huele chilango desde que uno entra hasta que sale por patas, pues la mujer del chef confecciona en cada servicio su propia masa de nixtamal, estirando y cociendo cuatrocientas tortillas sobre una pequeña plancha de gas situada en pleno centro de la sala, a escasos metros de la cocina, con una pericia de alucine. La carta es breve pero suficiente para el que quiera estar todo el rato subido en un “Dragon Khan” de la jamada, de comienzo a fin, absténganse tiquismiquis de esos que apartan los nervios del filete o desconfían del mundo cuando sumergen la cuchara en un guisado.
Se agradece que no aparezcan por las mesas los típicos estándares de la cocina mejicana de esa que anuncian en cines o “spots” publicitarios, el tan sobado “tex-mex” que, afortunadamente, nada tiene que ver con lo que aquí cuecen. Desde el delicioso guacamole currado en mesa por Martín, el mezcalero residente de la casa, hasta los tacos, las enchiladas o las tortillas que salen listas de cocina, todo camina por ese sendero tan divertido y sugerente que discurre entre la cocina mejicana de raíz bien popular y la puesta en escena de toda esa riqueza de contrastes sobre el mantel, en una ciudad europea separada de la madre patria por el mismísimo océano atlántico.
A pesar de todo, el mensaje llega nítido y Roberto oficia sin gilipolleces, sin las trampas habituales de la tonta cocina contemporánea y sin ningunear a los clientes, es decir, ni les alecciona explicando cómo han de comerse los platillos, ni los considera unos peleles desaventajados en cuestiones de sensibilidad gastronómica, tampoco los atosiga con veladuras, ni trampantojos, ni esferificaciones, ni con esa cocina “Play-Doll” tan habitual. Uno sigue creyendo en la humanidad y miren ustedes por dónde, el bueno de Roberto se ha colado en este circo, llenando día y noche su local a cuenta de rascar el fondo de sus pucheros como un auténtico caimán, así que vayan y gocen a calzón quitado.
Es fantástico el aguachile rojo de lenguado y langostinos, que se descojona sin darse ninguna importancia del omnipresente ceviche; ceviche por aquí, ceviche por allá, en el aeropuerto, en las tascas del pueblo, en las cartas de renombre, en la revista “Hola”, en el Interviú, en misa, en el notario, todo el santo día con la matraca del ceviche, que es plato de origen indígena muy gracioso y chisposo, sí, pero les confieso acá y por escrito que me tiene hasta el mismísimo badajo, ¡viva el escabeche y la albóndiga de merluza!, y sí, ¡viva el Perú y el cóndor pasa!, pero qué cansino es Gastón Acurio y su revolución cevichera, ¡viva la merluza rebozada y la tortilla de patata!
Están bien sabrosos los panuchos de cochinita pibil, con cebolla morada y chile habanero, y tremendos y bravos los tacos de atún rojo con sala de chile serrano y limón verde, o los de vaca al estilo norteño con su electrizante salsa ranchera o los de carnitas con aguacate, cebolla asada y salsa de miltomate.
El tuétano a la brasa es plato sideral, que en pleno siglo XXI exista un tipo con la valentía suficiente como para plantar sobre la mesa a las pititas madrileñas un hueso de vaca partido en dos y asado, con sus salsas picosas, listo para liarse en tortillas como si fumaran porros, es sin ninguna duda mucho más arriesgado que cualquier plato de esos que salen en las revistas lilas-gastronómicas del ramo.
Podrán apagar las teas en llamas de su boca avivando el fuego con mezcales pelotudos, tienen un carro que es la envidia de los más borrachines.
Rematen con alguno de los postres, bien apetecibles, el café de olla es golosina fina y estupendo chupín final de fiesta, ¡viva la comida con garrote y viva Zapata!
Punto Mx
General Pardiñas, 40 B (esquina Ayala)
Madrid
Teléfono: 91 402 22 26
www.puntomx.es
COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Modernito
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / Negocios
PRECIO 70 €
De mis favoritos de Madrid!!