Akelenea

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O de un restaurante con un ambiente arraigado y popular.

Koldo Jauregi y Ana Maiza se curran una cocina hecha para el disfrute diario.

A los vascos, sobre todo a los guipuzcoanos, nos ha gustado arrimar el morrete a la sidra desde tiempo inmemorial. Así se lo cuento, sin medias tintas. El asunto como ya saben, no es invento nuevo, viene de tiempos remotísimos con una tradición manzanera constatada y recogida en los primeros escritos que se conocen ya en el siglo XIII. Fíjense como funcionaba el mundo, que en el medievo los manzanos y la sidra se consideraban riqueza colectiva y algunas disposiciones de la época condenaban a la pena capital a quien rompiera una kupela, al destierro a quien destrozara cinco manzanos y a una multa severísima a quien aguara la sidra, ¡chorraditas las justas!

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Lo cierto es que ya entonces, desde sus orígenes y con más intensidad desde finales del XIX, las sidrerías se constituyeron como el auténtico centro de diversión y jolgorio de los baserritarras. Corría, y de qué manera, la sidra en jarras y para pasar los tragos se comían sobre todo sardinas, huevos cocidos y castañas porque la tortilla de bacalao, para su desgracia, es un invento mucho más reciente. Eso sí, tampoco perdían el tiempo, porque mientras le daban “vida” al gozoso bebercio, los parroquianos se lo pasaban teta haciendo básicamente dos cosas distintas pero en absoluto incompatibles: jugar a los bolos y afinar la sesera en algo tan intrínsecamente nuestro como es el bertsolarismo; en ningún lugar alcanzó mayor gloria y eco este arte tradicional como en las sagardotegis de la época, ¡como hay un dios!

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Por lo que cuentan los que conocieron aquellos garitos de principios del siglo XX, la calidad del mosto que se trincaba era fetén, abundaban las variedades de manzana y ya se sabe que cuando hay buena leña se hace buen fuego, aunque la guerra civil, entre sus innumerables y nefastas consecuencias, vino a fastidiar el tinglado haciendo desaparecer aquella manzana: como siempre han repetido los caseros listos, “cuando hay hambre, no hay sed”, ¡porca miseria!

La historia de la sidra ha sufrido diversos vaivenes y es mucho más extensa y fructífera que lo que podamos resumir en estas aturulladas líneas, pero toda esta perorata viene a cuento porque el restorán que hoy nos ocupa se encuentra ubicado en Astigarraga, pueblo sidrero por excelencia, en lo que fue la sidrería Gurutzeta, que estuvo más de un siglo elaborándola, ¡vaya nivel, Maribel!

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Akelenea, que debe su nombre a la regata que pasa junto al asador, cogió así el testigo de la buena jalada, del ambiente arraigado y popular, de la vidilla que palpita en estos locales hechos para el disfrute diario. Desde hace algo más de ocho años llevan las riendas del lugar Koldo Jauregi y su mujer Ana Maiza, acompañados por Coro e Ina, en cocina y sala respectivamente. Koldo lleva toda la vida en este negocio perro pero adictivo de la hostelería, con solo catorce años ya se rompía el lomo recogiendo botellas en el restaurante Galarreta, y después de pasar por un porrón de tascos -Etxeberri, Jauregi o el Hotel Europa de Pamplona entre otros-, incluso acompañó a los hermanos Arregui del Elkano y Kaia-Kaipe de Getaria en aquella singladura madrileña que abordaron en su momento, ¡vaya tiempos!

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Así que si aterrizan por Akelenea, que tiene una oferta de menús diarios que da gusto y una carta corta pero bien apañada, no se olviden de incluir siempre alguna elaboración a la parrilla, una chuleta de primera, un buen solomillo hecho a la brasa, o cualquiera de los pescados que no pueden faltar en este tipo de establecimientos: cogote, cola de merluza, rape o rodaballo que salen jugosos y relucientes.

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Antes no renuncien al picoteo sabrosón: revuelto de hongos, alguna ensalada rica de langostinos, la mixta u otra que mezcla bacalao y hongos, ¡ñam! Nunca faltan el jamón, los espárragos, los langostinos o las gambas a la plancha y unos fritos bien currados que son el abrebocas perfecto en cualquier festín que se precie.

akelenea_7Para los cuadriculados del sota, caballo y rey, nunca falta un menú de sidrería con las especialidades clásicas de la zona. ¡Viva la manzana, que desde Adán y Eva, no ha dado más que alegrías!

Akelenea
Oialume Bidea, 57
Astigarraga
Tel.: 943 333 333

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca
¿CON QUIÉN? Con amigos / En familia / Negocios
PRECIO 35 €

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