O de un clásico del barrio de Gros.
Renovando los sabores apegados a nuestra memoria
Curiosa costumbre contemporánea el ponerle nombre a todo, esa especie de furor por etiquetar lo que venga, sea a cuento chino o no, sin importar el calibre de la chuminada en cuestión. A la calle Zabaleta del barrio donostiarra de Gros, siempre en plena efervescencia hostelera, le llaman la “milla de oro gastronómica”, una zona paralela a la Zurriola que se ha regenerado de lo lindo con multitud de garitos diseminados en alegre cercanía, bares de pinchos, de menús, restoranes, pastelerías refinadas y vinotecas que recuperan el esplendor de sus mejores tiempos. Si aterrizan por allá el día que celebran a San Pinchopote, alucinarán en cinemascope con el ambiente que se respira, ¡viva la fiesta y las tascas ruidosas!, que ya estamos hasta los mismísimos de tanta grisura.
En este cogollito emergente se encuentra un restorán que ha sido emblemático en la zona, el Andra Mari, fundado en 1980 por Faustino y Abelina, que supieron ganarse la confianza y el cariño de los vecinos del barrio cuando la playa no era más que un arenal y el Kursaal un fantasmagórico solar vallado. La ciudad dio un revolcón pelotudo en las siguientes décadas y en el mítico 2000, David Garrancho, un chaval con más empuje que un Miura, tomó las riendas de este local actualizando su oferta y ganándose el respeto y admiración de toda esa clientela que tan buenos ratos había pasado hasta entonces en el garito.
David es inquieto hasta el extremo, y después de estudiar en el Liceo de Hostelería de Biarritz, se pateó medio mundo aprendiendo en distintos lugares de España, Francia y Centroamérica, hasta decidir instalarse en Donostia. Le dio nueva luz al local, estimulado por ese nervio de hostelero de saga, y en 2012 decidió acometer una renovación total del garito, redecorando y renovando el corazón del negocio, pisando a tope el acelerador, importando un tipo de oferta culinaria que triunfa en la ciudades más cosmopolitas del mundo, llámenlo “gastrobar”, “garito-in”, “tasco sin serrín” o como carajo prefieran, basada básicamente en tapas siderales y coctelería de relumbrón, reforzado con otras especialidades como los arroces y fideuás que se elaboran con ganas.
Garrancho y su equipo prefieren denominarlo como nueva tradición, una especie de reinterpretación de las recetas con nuestras raíces más acusadas en las que asoman las influencias de otros países. Nuevas técnicas y productos distintos aplicados a sabores apegados a nuestra memoria, una revisión divertida y suculenta que vive su mejor forma en una oferta de tapas y platillos a tope apetecibles y currados.
Pero el sheriff no está solo en este viaje, pues Ángel Palacios y Luis Arrufat, chefs con brillantes trayectorias, plantearon con él la carta que ejecuta con esmero Víctor Castaño en los fogones, y traduce en sala con suma simpatía Laura Caballero. Si de veras les apetece probar lo más representativo de la casa tírense de cabeza al menú de pinchos o pidan algunas de sus tapas más atómicas y compartan unos cuantos platillos o los arroces y fideos, que son apuesta segura.
El carpaccio de presa ibérica con manzana, piparras e Idiazabal es finura bien sabrosa, la oreja frita con mojo verde cruje en la boca como una corteza y tiene una chispa brutal, el salmorejo cordobés con guarnición y el tiradito de pescado son la mejor apuesta posible para un verano que nunca acaba de llegar y la coca de foie gras y verduras escalibadas está para comerse un ciento, con una base de masa tostada y auténtica de veras.
También preparan un “dumpling” de cerdo ibérico con salsa de miel y soja de rechupete, y para los paladares más clásicos nunca falta la ensaladilla rusa, las patatas bravas 1960 o mixtas, los buñuelos de bacalao rellenos o las croquetas cremosas de jamón, ¡dios qué hambre!
El arroz con bacalao y espárragos verdes está tremendo y ya puestos podrán rematar la faena sin dejar escapar algunas de las golosinas que proponen: mango, vainilla y frutos rojos en capas, ¡ñam!, o las seductoras fresas con chocolate negro, entre otras.
Cuentan con un menú levantino a base de charcutería, una tapa fría, una fritura, un arroz o fideuá y un postre y también un menú del día muy apañado que encandila al personal. ¡Larga vida al Andra Mari en su nueva etapa!
Andra Mari & Co
C/ Zabaleta 42
Donostia-San Sebastián
www.andramarirestaurante.com
COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Modernito
¿CON QUIÉN? Con amigos / En familia
PRECIO 30 €