A Fuego Negro

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O de un restaurante con un sello que no puede ser más rompedor y personal.

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Larga vida a este garito que no se parece a ningún otro de la vía láctea.

Hacía tiempo que no me divertía tanto comiendo en un local y ha ocurrido hace unos días, ¡pim!, ¡pam!, ¡pum!, ¡fuego!, y bien negro, no se alarmen, la emoción le lleva a uno a estos arrebatos de euforia, cansado ya de tanta grisura existencial, mediocridad generalizada que se extiende como “hilillos de plastilina” de chapapote, así que no me detendré en mis excesos habituales que suelen pasearles por los cerros de Úbeda, Jaén para más señas, e iré directo al grano: la panda del A fuego Negro son unos cachondos mentales que se lo pasan de pelotas, jugando como trileros del fogón sin perder nunca el norte de una cocina con muchísimo fondo; Saber desbaratar a doña Simone Ortega para volver a montarla con ingenio y suma habilidad requiere de mucho entrenamiento previo, tipo Michael Jordan, y en este asunto son campeones del mundo mundial.

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a-fuego-negro-11Desinhibidos, con arrojo y ese ramalazo transgresor y canalla que mola un huevo, lo suyo son las tapas galácticas, pequeñas formulaciones de puro gozo en las que todos los códigos de barras del recetario popular saltan como bombas japonesas de pirotecnia Zamorano, pues no hay platillo que no tenga mensaje cifrado o te arranque media sonrisa, bien pudiendo ser de aquí, allá o acullá, te lo zampas y lo de los fuegos de artificio deja de ser metáfora y se convierte en derechazo en la sien, ¡menudos fenómenos!

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Amaia García de Albizu y Edorta Lamo, “hermanos patateros” de pareja artística y residentes en la ñoñostia más profunda, son los sheriffs de la corrala que acaba de sufrir una remodelación tope callejera pero elegante, el comedor dejó de ser exclusivo para los menús y ahora puede uno apoltronar allí su pandero y comerse cualquier cosa de la carta, con esa informalidad propia de las tascas de toda la vida pero con ritmo zumbón, con un sello que en esta casa no puede ser más rompedor y personal, como todo lo que lleva el marchamo “made in A Fuego Negro”, ¡ouh yeah!

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Así que arranquen por lo segao y sumérjanse en un universo electro jazzero de auténtico relumbrón que ofrece dos menús que son la caña, el más largo aterriza como una exhalación, ¡zaska!, con unas olivas gordales preñadas de vermú que descansan en una huevera sesentera de la tía Paca, abrebocas de lujo inspirado en un aperitivo sui generis donde los haya; les siguen las “black rabas”, una fritanga dandi muy ligera que esconde unos chipis tinta hechos trizas que revientan en la boca con un saborazo insigne. Continúa el vacile, “kastaña asada y pelada”, prueben y verán, un es no es de genial factura. Siguiente parada, “patatóleo”, un lienzo extrafino de patata, en el que podrán garabatear como Basquiat con salsicas de colores, ¡rápido, no se las den de artistas que hay que echar siesta!, cuatro brochazos y para dentro. Al loro, llega el techno-hardcore, “navaja con sangre”, un pedazo de bicho aterrorizado descansa sobre su concha con la sutil compañía de la sangrecilla de cordero convertida en pequeños cubos, cómo se notan las raíces, ¡Santa Cruz de Campezo’s power!

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Llegados a este punto, toca sobredosis, una de suculencia, con los “kallos y garbanzos a la ligera”, y otra de refinamiento, “endibia kotxina con migas de leche”, la verdura convertida en hermoso velo bermellón que se funde en la boca como los labios de Tracy Lords, ¡guarrona! Otro cohete de la Nasa, el “Porrupatatathai”, que perfectamente podría llamarse “gure etxeko noodles”, y del que podría comerme una piscina olímpica bien llena.

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Antes de que llegue el coche escoba deben seguir la rueda del “verdel al cesto con ali-oli negro”, la jamada marinera más delicada que haya pasado por nuestro fino gaznate en tiempos; “Conejo Conajo”, dos rombos para un bichejo que se sale del mapa y “lengua, pan y cebolleta”, puntazo rural para paladares asilvestrados, si lo pilla Rambo se hubiera entregado a los dos minutos de comenzar la peli. No se olviden de los postres, el “mocete llorando” hace saltar las lágrimas del júbilo, ¡redios!, qué pelotudo está el helado de amaretto, el “red red wine” suena mejor que la versión de los ub40, y las “piparras fuera de temporada” son un pica tentador donde los haya.

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¡Viva el despelote, la pasión y el divertimento! Y larga vida a este garito que no se parece a ningún otro de la vía láctea.

a-fuego-negro-10A fuego Negro
C / 31 de Agosto
20004 Donostia
Tel.: 650 135 373

www.afuegonegro.com
jan@afuegonegro.com

COCINA Sport elegante
AMBIENTE Tasca Modernita
¿CON QUIÉN? Con amigos
PRECIO MEDIO: 40-50 €

3 comentarios en “A Fuego Negro

  1. Roberto

    Este sitio es la POLLA, perdón pero no he encontrado otro descriptivo más adecuadorrrr. AUPA A FUEGO NEGRO. Y el Zeruko a 2 calles, y el Nestor, y el mercado….. Vaya barrio. VIVA RUSIA y LO VIEJO!!!!

  2. Er Tito Xuan

    A FUEGO NEGRO y olé… y en el patio de las malvas está escarbando desde aquel día y en ve de cogé los duro lo que cogió fué una pulmonía… en otras palabras THE KINGS OF DESPENSA!!!

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