Estofado de Orfidal

O de que cada vez me gusta más comer pollo con las manos.

Ayer me sirvieron de abrebocas un guiso repugnante condimentado con el botón de una flor electrizante que adormece el paladar, “cómanlo despacio”, advirtió el camarero con sorna, e ingenuo de mí, pensé que se refería a nuestro voraz apetito, pues cuando algo está sabroso nos jamamos hasta la vajilla.

Desgraciadamente estaba en lo cierto, pues aquella horterada era incomestible y anestesiaba la lengua, fastidiando por completo un comienzo de fiesta en el que sueñas con coloridas bombas japonesas y un carrusel de aperitivos: a nadie le hizo tilín el estofado místico de Orfidales, qué quieren que les diga.

Los arriesgados experimentos comestibles los pasé con nota muy alta siendo crío, pues mordí pastillas de jabón, chupé baterías para sentir el calambrazo en la punta de la lengua, mordisqueé caracoles vivos, comí tierra, bebí agua del mar, inhalé ese embriagador perfume-pelotazo del pegamento “Imedio”, mastiqué gomas de borrar de seductora leyenda “nata”, zampé cabezas churruscadas de langostino en la comunión de mi hermana Elena o fumé con ansias unas lianas secas que colgaban de unos árboles que crecían en Gaintxurizketa y que provocaban pedales del quince, ¡vaya melopeas!

Qué sabia recomendación es aquella que invita a experimentar con la gaseosa, aunque con el ritmo que lleva todo esto, cualquier día nos servirán un combinado de Pitusa “premium on the rocks” con sus bayas de enebro, semillas de amaranto y rodajas de pepino ecológico.

Qué quieren que les diga, cada vez me gusta más el chorizo de Pamplona con pellejo y comer pollo asado con las manos.

7 comentarios en “Estofado de Orfidal

  1. Lochy

    Opiniones como ésta me consuelan porque a veces, en mi papel de cocinera poliganera, me siento la única gilipollas que se ha dado cuenta de que «el rey va desnudo», mientras los demás aplauden sus galas.

    Aquí todos viendo a ver cómo pegamos el pelotazo. Debe ser frustrante… con lo satisfactorio que es darle a la gente cosas ricas de comer.

  2. Milu

    Ya, y luego se pasa por el programa un cocinero que hace la tortilla cúbica (por poner uno de los muchos ejemplos que podría) y le das palmas. Un poco de criterio, por favor.

  3. laura

    No comparemos, la tortilla cúbica es un ejemplo de cocina de diseño «comestible». Me entraron ganas de pegarle un buen bocao a ese contenedor tan apetitoso y no descarto intentarlo en casa.
    Otra cosa son las cocinas de laboratorio, donde venden humos y espumas a precios de oro (aunque a veces contengan tan preciado metal) que en mi opinión no son más que eso, humo.
    A mi también me gusta rebañar bien el plato con un buen cacho de pan, y dejarme de tonterías con sabor a tierra humeda del Tíbet, lo del anestesiante me parece surrealista.
    Estoy deseando ver ese pastel de patata.

  4. Milu

    También podríamos criticar a los que venden tradición abriendo latas precocinadas y gastan más avecren que el mismísimo David de Jorge…

  5. Xavi

    Holas,

    Cuidao con la tortilla cúbica! No tiene nada que ver la velocidad con el tocino.

    Una cosa es amaestrar y controlar la técnica de los productos y otra es mezclarlos para crear una especie de circo donde solo se ríen los payasos.

    Si es que en cocina esta todo inventao, y nos estamos olvidando de ello…

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