O de una celebración del copetín de la baraja.
Debió de ser una afortunada conjunción de astros Michelín la que hizo que cayera en mis manos un libro llamado “Con la Cocina no se juega” (o más bien la intervención de mi chica, bibliófila empedernida) de un tal David de Jorge.
Devorando –perdón por la coña– los capítulos de ese libro descubrí a un escritor tan irreverente como culto, que no escondía tras eufemismos y palabras grandilocuentes la verdad de la cocina.
Ese tal David de Jorge citaba a los clásicos (ojo, no sólo a los culinarios) al tiempo que se descojonaba (así, con todas las letras) de los modernos y las modernas de la cocina, de las nuevas e inanes tendencias culinarias, de los discursitos del chef subidito de ego, de las “kokotxas de alacrán del Caribe con aires fatuos de estiércol ahumado” –créanme, todo un manjar–.
Y me enganchó su forma de escribir y su mensaje.
Más tarde, me enteré de que tenía un programa de cocina y, claro, no me conformé con ver sólo un capítulo y me los tragaba, literalmente, de tres en tres. Y descubría en ellos esas maneras de gran cocinero aliñadas con las técnicas que usa mi abuela (y probablemente la suya también) para hacer una bechamel de chuparse los dedos. Y me gustaba. Y como tantos y tantas he replicado sus recetas con mayor o menor éxito, he aprendido mil trucos y he puesto en la mesa recetas dignas de emperadores.
Luego, en otra de esas conjunciones astrofísicas que se dan una vez cada doscientos años luz, tuve la suerte y el honor de entrar en la choza y compartir con él un par de horas absolutamente enriquecedoras que siguen bien presentes en mi memoria y en mi diario.
Y así llegó la invitación a colaborar de cuando en cuando en su blog, escribiendo de lo que me diera la gana, hasta de música, sin cortapisas, cuando me diera la gana. Y a mí, claro, se me hizo el culo Pepsi-Cola. Y aquí he estado, dando la brasa con mis historietas. Y me quedo hasta que me echen, claro.
Con las mismas, conocí a Martín, me dio de comer y de beber y me trató como si fuera de casa, y descubrí que ese personaje al que se ve en la pantalla no es tal personaje, sino que es la autenticidad personificada. Sin chorradas.
Y en los tiempos que corren y con la que está cayendo ahí fuera, da gusto tener un refugio de media hora diaria donde lo único que cuenta es hacer feliz al personal, y ser felices (por ese orden), y disfrutar de cada segundo.
Han sido quinientos, que sean miles, y que siga alimentando nuestra sonrisa.
Zorionak!
Ilustraciones: Itziar Aramendi
David, no hay manera de habilitar la descarga para el programa 500? gracias majo.
Es alucinante porque yo misma podría contar una historia muy parecida!! empezó con el ¡viva rusia!(hoy todavía cada vez que lo vuelvo a leer me emociono), aluciné con el libro «con la cocina no se juega» sobre todo con las reflexiones más personales, empecé a darle la brasa y ahí sigo enganchada… me han dado espacio en sus programas, en su blog, en su casa, en su mesa… y es alucinante!! Totalmente de acuerdo contigo creo que son lo más parecido a un refugio de felicidad. ¡ Viva Rusia!
Hace unos años, un día por la noche, tomando una cervecita sentado en mi sofá favorito (en plan Homer Simpson), en ETB había un programa de un tipo muy divertido y apasionado que cocinaba al aire libre, o en una sociedad, visitaba a baserritarras y perpetraba sencillas, originales y suculentas recetas a un ritmo trepidante. Me recordó al principio a Jamie Oliver, por su forma de cocinar y de transmitir, pero detras de David de Jorge, hay mucho más. Este tío transmite al otro lado de la pantalla la pasión por lo que hace, cariño y repeto por uno de los oficios más antiguos del mundo y sobre todo esa felicidad que emana por cada uno de sus poros, ya que es capaz de contagiar a todo aquel que disfruta de sus programas. Ese día me convertí en Davidiano, Robinfoodzale por los cuatro costados, y cada semana, reproduzco alguna de sus recetas, para deleite de los míos. Cocina para todos los públicos y al alcance de cualquiera, además nos desubres ingredientes desconocidos, técnicas, tus secretos y trucos, y unos invitados muy interesantes. David, si lo que pretendías era difundir y transmitir esa pasión por lo que haces y esa felicidad contagiosa…. OBJETIVO CUMPLIDO. Mila esker, Zar de todos los fogones y emperador de los hornos.
Lo más divertido y provechoso que he visto nunca. Deseando que vuelvas. Gracias, agur. ‘Viva Rusia»
Y eso que soy de Cuenca. Es estupendo que, al tiempo que te enseñan exquisiteces, pases un rato en el que, a fuerza de siempatía y buen hacer, te hagan olvidar todos tus problemas.