Abulense Universal

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O de un abulense más universal que el chuletón.

Ya está otra vez el pesao este con sus celebraciones frikis…

Eso es lo que pensarán ustedes. Y tienen parte de razón. Pero aguanten, aguanten algunas líneas más, que van a conocer (si no lo conocen ya) a un abulense todavía más universal que el chuletón. En serio.

Se llamó Tomás Luis de Victoria, y en este 2011 se conmemora –decir que se celebra me parece un poco gore—el 400 aniversario de su muerte.
¿Qué hizo este señor para que hace cuatro siglos nos acordemos de él? Pues escribir una música genial.

Victoria le echó arrestos, que sumó a su talento brutal, y bien cargadas las alforjas de judías del Barco y buenos torreznos y morcillas de Cardeñosa y emprendió camino de Roma, donde estudió con el mismísimo Palestrina, el megracrack de la polifonía del renacimiento. Incluso llegó a sucederle como maestro de capilla.
Castellano recio, que debía de ser.

Cual sacerdotes que eran (Joe Brown le dijo una vez a Jack Lemmon eso de que “Nadie es perfecto”), crearon música destinada a oficios y celebraciones religiosas. Toda para cantar y con textos litúrgicos y sagrados.

De Palestrina, aunque no sea el hombre del año, resulta muy difícil destacar algo. Pero me voy a atrever a recomendarles el motete “Sicut Cervus” –es un gran éxito, así que me perdonen los iniciados—o bien el “Super Flumina Babilonis”, que comparte letra con el hit de Boney M “By the rivers of Babylon”.
Pero volvamos al lío abulense.

Es fácil encontrar en diversas fuentes el legado de Tomás Luis de Victoria, aunque sus títulos no nos digan gran cosa: Misa pacá, Misa pallá. Apunten estos con los que yo me quedaría y sumen su selección.

Como obra magna, su Oficio de Semana Santa, y dentro de este, sus Responsorios de Tinieblas. Pónganse en situación: al atardecer, una iglesia sólo iluminada por velas que se van apagando tras cada pieza y en la que cuando cesa la música, sólo queda flotando el recuerdo de la música, el silencio y la oscuridad. Maravilloso.

Hay quien dice que la ópera nació con el Orfeo de Monteverdi (no sé cómo lo hace este hombre que siempre acaba saliendo a colación), pero cada vez que he interpretado o escuchado los Responsorios, he percibido claramente si hablaban de traición, de dolor, si había violentos episodios de latigazos, aunque también se oye amor y se oye compasión.

Hagan la prueba, escuchen, y sabrán por qué es universal.

Y no se pierdan su Officium Defunctorum (o misa de réquiem) del año 1605 y dedicada a la emperatriz María. Otro ejemplo de belleza, aunque el motivo no fuera para tirar cohetes de felicidad.

Y si quieren, visiten Roma –se come de lujo– o sigan sus pasos en Ávila, la ciudad de la que él se preciaba proceder.
Paren en el Molino de la Losa, que ya estaba allí cuando Victoria marchó a vivir su aventura italiana y donde todo lo que les den de comer les sabrá a Gloria.

O acérquense hacia las murallas, a Barbacana. Allí Miguel y Sara les atenderán como a auténticos marqueses, ¡o mejor! Y les pondrán grandes obras de arte en sus platos, que son al gusto lo que la música del maestro abulense a nuestros oídos.

Carguen el CD, enciendan velas y, si es invierno, acérquense a la chimenea. Pongan atención, la magia está servida.

Grabaciones recomendadas
-G. P. Da Palestrina, Missa Aeterna Christi Munera and Motets. Choir of Westminster Cathedral. James O’Donnell. Hyperion.
-T. L. De Victoria. Tenebrae Responsories. The Sixteen. Harry Christophers. Virgin.
-T. L. De Victoria. Requiem 1605. The Sixteen. Harry Christophers. Coro.
-T. L. De Victoria. Lamentaciones de Jeremías. Ensemble Plus Ultra. Michael Noone. Archiv.

5 comentarios en “Abulense Universal

  1. Rafael

    Grande, Grande.

    ¡Qué motetes!

    Y el Versa est in luctum… al final del Requiem… madre mía.

    Daniel, ¿qué guisarías tú con esta música?

    El disco de Hyperion debe ser la caña, no lo conozco.

    A Christophers le he visto en vivo y ese tipo no dirige, hace Qigong con sus manos… ¡qué coro!

    Un abrazo y gracias.

  2. Ferrán Blasco

    Tu presiosa crónica del concierto me ha recordado dos cosas, una, el impresionsnte concierto de Garbarek en San Telmo (Donosti) y la Pasión de san Mateo que le vi a Christorphers en el Palau de la Música en el 89. Qué grande es la música grande.
    Saludos

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