O de zamparse un atardecer en alta mar, ¡oh lala!
Ha llegado hace poco a los mercados españoles y es explosiva, jugosa y llamativa, como un atardecer en alta mar. Ya sabemos que acá crecen naranjas cañón, pero no comulgamos con eso de ser más papistas que el papa, así que hagan caso, éstas también son naranjas de bandera y punto.
Cultivadas en las laderas del Etna, en Sicilia, se diferencian claramente por su piel anaranjada llena de marcas, muy fina, que se extrae con facilidad, como el panty de una mujer pantera. La pulpa también es un espectáculo, salpicada de pigmentos rubíes y rojizos, tiene porrón de zumo, con un sabor profundo, acidulado y eléctrico, con un puntillo que nos recuerda a las frutas del bosque.
Nos dicen quienes las venden que el responsable de esas peculiares estrías internas no es otro que un pigmento llamado “antocianina”, que se activa con el frío, modifica el color de la naranja y tiene grandes beneficios para la salud.
Fetén, está rica de pelotas esparcida en gajos en una ensalada flamenca aliñada con aceitito rico y unos tacos de queso de cabra.
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¿como las sanguinas?