O de un apunte escrito por Lorentzo a propósito de la marathon.
Hoy os voy a hablar de mis cosas. Normalmente os hablo de lo que me cuentan, de lo que chismorreo o de lo que me invento, hoy no, hoy os quiero hablar de mí y del Marathon, esa prueba inhumana a la que no se cómo, le he encontrado el gusto. Me gustaría poder explicaros como se le coge el gusto a algo así, pero sobre todo me gustaría que lo entendierais.
Encontrar el gusto a algo inhumano no se si me convierte en un masoquista, pero la verdad es que disfruto corriendo, disfruto sufriendo. El placer de los últimos kilómetros, cuando ya no te quedan fuerzas ni ganas de dar un paso más pero tu cabeza te lleva, es algo que quien no lo viva no lo entenderá nunca. Y el placer de cruzar la meta, 42,195 km. después, porque esos últimos 195 metros son los mejores del recorrido, cuando la piel se vuelve de gallina, el pelo se eriza y no sabes de dónde te salen fuerzas para correr, levantar los brazos y sonreír.
Voy a empezar desde el principio.
El 15 de octubre de 1978, cuando yo contaba con la edad de 7 años, 9 meses y 15 días, se celebró en San Sebastián el primer Marathon de la ciudad. 2500 valientes se lanzaron a las calles a intentar correr los 42,195 Km., según las crónicas muchos de ellos lo hicieron inconscientemente.
Yo aquel día lo viví a pie de calle, mi padre nos sacó de casa a los cuatro hermanos muy pronto y estuvimos toda la mañana animando a los corredores, en el Paseo de Errondo. Recuerdo cómo animábamos a las pocas mujeres que corrieron y tengo marcada la imagen de muchos hombres sangrando, de los pezones y las ingles. Porque no había camisetas técnicas, ni zapatillas de última generación con cámara de aire y nombre impronunciable.
Recuerdo las semanas previas al Marathon en las que en el bar de mi padre no se hablaba de otra cosa, eran tiempos en los que la Real Sociedad llenaba todas las conversaciones, el Madrid era el campeón de liga, el mundial lo ganó Argentina, Bernard Hinault ganó la vuelta a España y el Tour de Francia, la Constitución Española se estaba cociendo. Los Dire Straits, el mejor grupo de la historia, sacaron su primer disco y actuaron en «Aplauso», que competía en audiencia con «El canto de un duro» y «Cantares». Aunque por esa época veíamos todo, no había donde elegir, mis momentos favoritos de TV me los daban «Mazinguer Z» y «Orzowei». Pero el Marathon consiguió que se hablase de otra cosa.
Aún quedan marcas en el pretil del río de los kilómetros marcados con pintura blanca, para que la gente supiese las distancias de los recorridos. Porque por aquel entonces no había IPods, ni pulsómetros que te dicen a qué velocidad vas, con que frecuencia cardíaca y la distancia que has recorrido.
Aquel día comimos, como muchos domingos, en casa de un amigo de mi padre. Recuerdo perfectamente como Manolo, que había corrido el Marathon, se sentó en el sofá después de comer y fue incapaz de levantarse. Aquella comida y aquella sobremesa estuvieron cargadas de las historias de Manolo, de la dureza del Marathon, de lo lejos que se hacía llegar hasta el barrio del infierno, 33 años después pude comprobar que todo era verdad, que el Paseo de Errondo y la Concha son falsos llanos que pican hacia arriba. Que te surgen mil ideas para retirarte pero hay que ser capaz de pasarlas por alto y seguir corriendo.
También hubo un comentario por aquella época que me marcó mucho. Asier, un amigo mío, al cruzarse con un vecino me comentó: «este ha corrido el Marathon de Nueva York» A ese hombre todavía le sigo viendo y realmente no sé si es verdad, si lo corrió o no lo corrió, pero siempre le he mirado con la misma cara de admiración. Quizá algún día debería pararle y agradecerle lo que ha hecho por mí.
Pero claro, yo era un niño asmático, exento de gimnasia y estaba claro que aquello no era para mi. Pero mi ilusión era correr un día el Marathon de San Sebastián.
Me plantee tres retos, sin mucha intención de cumplirlos. Uno fue el Marathon, otro tirarme en paracaídas y otro correr un encierro en Pamplona.
En los Sanfermines de 1991, a las dos de la mañana me fui a dormir a casa de un amigo en el Paseo Sarasate, a las siete de la mañana me pegué una ducha, me comí un chocolate con churros, compré el Diario de Navarra, lo enrosqué bien y me fui a la Estafeta a esperar a los toros. Hice exactamente lo que me dijo mi hermano, por aquel tiempo, corredor habitual. Me pegué a la pared en la última parte de la Estafeta, a pesar de que cada vez pasaba más gente, pasaba más rápido y empujaba más fuerte. Cuando ya no podía estar quieto, eché a correr, enfilé hacia la plaza, en el callejón de correos ya los veía detrás de mi, y en la bajada a la plaza ya estaba en primera línea, donde yo quería. Pero vino un Australiano y de un codazo me tiró al suelo, era Australiano, con ese tamaño no podía ser de otro sitio. Los toros pasaron como autobuses, sin mirarme, y ahí acabó mi aventura sanferminera.
En la primavera del 94, trabajando en El Bulli, en el transcurso de una juerga, decidimos tirarnos en paracaídas. Esa semana habían estado comiendo Jordi Pujol y Marta Ferrusola y la portada de todos los periódicos al día siguiente era la de la Sra. Ferrusola volando en caída libre, a sus casi 60 años. Al día siguiente, poco después de terminar la juerga, me presenté en el bar «Si Us Plau». Por supuesto de los 8 o 10 que habíamos quedado, sólo aparecimos Alvarito (de Bilbao) y yo. Nos fuimos a Ampuriabrava, nos subimos en una avioneta que yo hubiera jurado que era incapaz de volar y subimos a 2000 metros de altura. Nos tiramos en tándem, osea con un tío en la espalda. Un minuto de caída libre, a unos 200 Km. por hora y cinco minutos más con el paracaídas abierto.
Así que con 23 años ya había cumplido dos de mis tres retos, me quedaba lo más difícil.
En Diciembre del 2003, mi mujer me convenció para que empezara a correr, era fácil, barato y se podía hacer en cualquier parte. A los pocos días, en enero, me calcé unas Nike de cuero, duras, blancas, y salí a correr por el Palacio de Ayete. Fueron diez minutos eternos, en los que sufrí desde el primero hasta el último, pero ese año fui constante. En octubre corrí una carrera de 10 km. y en noviembre la Behobia-San Sebastián, 20 km. que disfruté desde el primero hasta el último y que sigo haciendo con la misma ilusión cada año. Con un billete de 50 euros en el bolsillo, por que yo corro sin presión, corro para disfrutar, con la idea de que si un año voy mal, me pararé, buscaré un bar, pediré un pincho de tortilla y una caña, llamaré un taxi y me volveré a casa.
El Marathon seguía rondando en mi cabeza, pero le tenía demasiado respeto, veía cada año a la gente que lo corría y no podía reprimir la envidia. Empecé a darle vueltas a la idea de irme a Nueva York, sólo me faltaba una víctima que se animara a venir conmigo, encontré a Edu, dispuesto a estrenarse en la distancia de Filípides. La idea de irnos hasta allí no es tan descabellada como parece, al hacer un viaje así te conciencias más, te preparas muy bien psicológicamente y eso es lo más importante, porque a partir del kilómetro 30, la preparación física te abandona y lo único que sigue contigo es la cabeza. Planeamos el viaje con mucho tiempo de antelación, tanto que cuando me fui, en vez de un hijo tenia tres, los mellizos tenían apenas 5 meses y sendas bronquitis, las llamadas desde La Gran Manzana eran para recibir los partes médicos y mi hazaña pasaba a un segundo plano.
Corrí el NY City Marathon, el 2 de noviembre de 2008, con Edu y otras 40.000 personas, llegué entre los 20.000 primeros y pasé a ser «Loren, el que corrió el Marathon de NY».
Me lo pasé como un auténtico enano, desde la salida en el Puente de Verrazano con «Born to Run» sonando en la megafonía, disfruté con los grupos de música a lo largo de Brooklin, los coros de Gospel y los miles de personas animando sin parar. Corrimos juntos 30 km., luego Edu terminó andando con el menisco roto. Sufrí lo indecible al subir el puente de Queensborogh y mucho mas al bajarlo, pero me viene arriba al llegar a la Primera Avenida en el Km 25, llegué al Bronx y volví a Manhattan por la Quinta, serpenteé por Central Park y entré en la meta sonriendo y con los brazos en alto, con un billete de 50 dólares en el bolsillo. Lloré durante un buen rato, emocionado con lo que había hecho.
En abril del 2010 la cabeza me jugó una mala pasada y me retiré en el Km. 33 del Marathon de Madrid, fui incapaz de darle la vuelta a la opción de retirarme, sabía que mi hermana me estaba esperando en ese punto y no pude seguir. Así que en el tren de vuelta decidí correr en San Sebastián ese mismo año. Lloré, pero de impotencia. Menos mal que llevaba mi billete en el bolsillo.
Pero claro, estas carreras se preparan con demasiado tiempo de antelación y las cosas cambian. Un nuevo trabajo a menos de dos meses de la carrera trastocó mi preparación y me llegaron las dudas. Pero con la inscripción hecha sabía que si ese día no estaba en la carrera, no me lo iba a perdonar. Las dos últimas semanas cambié de opinión tres o cuatro veces por día, hasta que mi mujer me paró y me dijo, corres y punto. El día anterior a la carrera seguía lleno de dudas, a las siete de la tarde, trabajando, hablé con Elena, que me contó la historia de su marido. Me contó que había tenido un cáncer durante muchísimos años, durante los cuales corrió tres Marathones, Londres, NY y San Sebastián. El dorsal se podía coger hasta las ocho de la tarde, Elena me dijo “vete y corre mañana”.
El 28 de noviembre a las nueve de la mañana me despedí de mi padre y tomé la salida, le dije que me esperara en la meta. En el kilómetro 8 mi hermano Juan me preguntó «qué tal iba» y «si lo pensaba correr entero», le dije que sí, que lo iba a terminar. Pintinho me acompañó en varios tramos con la bici, por si necesitaba algo, Susana pasó la mañana en Igara, el punto más duro, con su abrigo rosa y los bolsillos cargados de plátanos. Mi padre estuvo mas de cinco horas en la calle, igual que en aquellos primeros Marathones de los 70. Y Chave y los niños aparecieron por sorpresa en el km. 25 y en la meta. Qué diferente se ven las cosas cuando tienes con quien compartir tus lágrimas. Disfruté mucho del recorrido, agradecí todas las muestras de apoyo recibidas, a pesar de la lluvia, de los dos grados que marcaba el termómetro en la salida, del viento que pegaba en el Boulevard y la Calle Hernani. Disfruté de cada momento y eso es lo difícil de explicar. ¿Cómo se puede disfrutar mientras sufres? ¿Cómo se puede estar haciendo algo, por mucho que te guste, durante cuatro horas? Y lo mejor es que en ningún momento tuve dudas, no me hice la pregunta de siempre: «Quien me manda meterme aquí».
La clave está en la meta, en la cabeza, en saber cuál es el objetivo. En tener claro en cada momento que la compensación es mas grande que el sufrimiento.
Mucha gente me pregunta en qué pienso mientras corro, no lo sé, en nada en concreto y un poco en todo. Intentas evadirte y no pensar en lo que te falta, aunque eso es lo más difícil. Buscas caras conocidas, compartes conversación con otros corredores, incluso bebes y comes, sobre todo al final. También piensas en correr bien, tienes que concentrarte, un gesto raro en la pisada te puede acarrear una lesión, si tenemos en cuenta que a ese ritmo das una media de 150 zancadas por minuto, estamos hablando de más de 37.000 pisadas. Yo, normalmente, pierdo una uña del pie en cada marathon.
Y todo eso es lo que me ha enganchado, saber que lo puedes hacer es lo que te lleva a entrenar, y saber que lo puedes terminar es lo que te lleva a correr durante 4 horas, con momentos malos, buenos y mejores, y con el mejor premio que se puede tener después de tanto esfuerzo: cruzar la meta con los brazos en alto, sonriendo, satisfecho, porque esta vez, los 50 euros no te han hecho falta.
Escrito por Loren Herrero.
Leo este blog porque sigo a David de Jorge, y todavía enjuago mis lagrimas después de la historia de Loren.
Estoy postrado en la cama con unos dolores temendos porque no hace ni 24 horas que me han operado de menisco, y lo que es peor, de meterme dos tacos de 6 y 9 mm en la zona del fémur que toca con la tibia.
Nunca me había gustado correr, si andar, pero este pasado verano me propuese empezar a correr para perder pero porque llevaba varios años en la línea de los 100k con 182 de estatura.
Pensé allá en el mes de septiembre, cuando hice mis primeros 5000 que para las Navidades podría hacer la san silvestre vallecana.
Pero un día, el dolor de rodilla era tremendo, y la resonancia delato un principio de lesión ósea.
Ahora, con una reconstrucción parcial de la zona, me asusto solo de pensar si podré o no volver a correr.
Si así fuera, espero coger 50€ y correr al año que viene la san silvestre, animado mas si cabe tras la lectura de este relato.
Aupa Loren! Soy Ricardo Valls de Alicante. Estoy completamente seguro de que por este nombre no sabes quien soy. Pero si te digo que soy «el de la camiseta del Athletic» de la Maratón de Madrid de 2010, ya te voy sonando un poquito mas, verdad?
Te recuerdo perfectamente, así como los ratos en que fuimos al mismo ritmo, incluso intercambiando miradas de complicidad (tu con tu camiseta de la Real y yo con mi camiseta del Athletic). Hasta el kilómetro 12 aproximadamente recuerdo tenerte localizado, pero ya después creo que te perdía la pista.
Lamento muchísimo que tuvieses que abandonar en el Km 33, es una pena, por ello te invito a que lo vuelvas a intentar en 2011, ya que la llegada a meta en la Casa de Campo es de las cosas mas maravillosas que puede vivir un runner en este mundo.
Yo llevo 14 años corriendo (desde los 16) y desde los 25 compitiendo (momento en el que corrí mi primera MAPOMA, y ya van 5 seguidas). Afortunadamente en ninguna de ellas he abandonado y además siempre he mejorado marca de un año para otro, pero sin llegar a ser tiempos brillantes (el año pasado una pájara en el km 26 me frenó de tal manera que acabé la prueba en 4h58m).
Fuera del MAPOMA corrí en 2007 el maratón de Bilbao (mi casa) pero abandoné en el kilómetro 22 (mala preparación, solo habían pasado 3 semanas desde la MAPOMA de aquel año). Es una espinita que tengo clavada por lo que significa Bilbao.
Siempre corró con la camiseta del Athletic porque me da fuerza, me ayuda a venirme arriba en momentos de debilidad, pienso «Zarra no abandonaría». En la provincia de Alicante ya me conocen por el de «la camiseta del Athletic», ya que la paseo allá donde he ido: Benidorm, Altea, Villajoyosa, Alicante, Santa Pola, Elche… y Madrid, donde el público es mas espectacular y agradecido que en ningún sitio que he conocido (ese día todos los madrileños me gritan «Aupa Athletic»).
Vivir sin correr para mi no tiene sentido. Me levanto a las 5 de la mañana de lunes a viernes para salir a entrenar por la Playa antes de ir a currar. Estamos los del servicio de limpieza, los primeros autobuses de línea, mi soledad y yo (y en estas fechas el frío). Y los domingos como hoy, entrenamiento de larga distancia (mínimo 20 Km) para ir preparando la prueba del próximo 17 de Abril. Después llego a casa, me aseo, y me pongo a cocinar para mi chica las recetas de David de Jorge Eceizabarrena, otra persona que me ha cambiado la vida (le sigo todas las noches en ETB Sat para cenar). Robin Food es el estereotipo de cocinero que he estado esperando: sencillo, humilde, cachalote, vasco… y gracias a él he conseguido engancharme a la cocina desde hace ya casi un año, habiendo cocinado mas de una docena de recetas suyas desde que en Julio de 2010 decidiese darle caña a mis fogones.
Así pues lo dicho Loren, te espero en Madrid este año, entrena duro, y ya verás como lo conseguirás.
Un abrazo para ti y otro para David
Aupa!
juan, ánimo y haz caso a los médicos por el amor de dios, que te necesito sano para seguir cocinando juntos. viva rusia y viva loren y sus textos, que son cojonudos!
ritxard eres un puto crack, qué chula historia, se me pone la piel de pollo solo de pensar que un crack como tu enciende la tele todos los días para verme cocinar… y encima que te hayas enganchado ya es la monda lironda! vivan tus cojones! besos a todos los que os va el tema este del correteo callejero y reparáis el hambre con nuestras recetas! viva rusia!
Joder Juan, a mi si que se me saltan las lágrimas contigo, espero que te recuperes pronto, todo pasa, y puedas disfrutar de una carrera, eso si, no te olvides de los 50 euros, son vitales.
Ritxard, no es que me acuerde de ti, es que sales en mis fotos, te recuerdo perfectamente. Mi hermana me hizo fotos en la Plaza de Oriente, mas o menos km 20, y sales por detrás, y cuando me retiré, creo que cerca del Puente de Segovia te vi pasar. Si quieres te las puedo mandar, espero volver a Madrid, a terminarlo, por supuesto llevaré la camiseta de Lopez Ufarte y espero verte.
No me extraña que te hayas enganchado a RobinFood, David es el puto amo, Viva la ensaladilla!!!
Compañeros korrikolaris!, Que gozada tener dos tres aficiones en esta vida, correr cocinar y comer!!!
Los pelos como escarpias. Loren, un bilbaino de pro como yo, uno de los días mas bonitos de mi vida ha sido cuando entre en Anoeta (con lo mal que lo he pasado yo dentro viendo futbol) en mi primera maraton y levante mis brazos todo emocionado con mis 3,35 y con una sonrisa en la cara.
Viva Rusia, Viva Julepe viva la madre que os pario!
Sigo tu blog por la parte gastronomica, asi que sorprendido por un articulo como este, que me gozado como con un buen entrecot. En un par de meses tengo mi primer maraton y la ilusion me desborda :)
Aupa Loren! Pues ya me gustaría que me las mandases! si quieres te paso mi email o si tienes facebook nos comunicamos por ahí. Anímate a venir a Madrid este año, ya verás como lo conseguirás! Cuál es el próximo objetivo que tienes en mente? Yo ya estoy preparando el MAPOMA de este año. Ayer, entrenamiento rodaje largo, 20 Km en 1:34.51, no está mal verdad? :-) Ah y por cierto, a nivel profesional, por donde andas actualmente? Si trabajas en Euskadi iré a hacerte una visitita la próxima vez que suba al botxo. Un abrazo.
Aupa David! Si no fuese por tu programa seguiría comiendo de pena, gracias por enseñarnos esas recetas de «comida sin chorradas», son la leche! Me encanta grabarme tu programa por las mañanas y después de un largo día de trabajo, llegar por la noche a casa, abrirme una botella de Rioja, y ponerme Robin Food para cenar, es un momento de placer sin igual. Enhorabuena por ser tan natural, por meter el dedo en los platos, por echar pimienta hasta mas no poder, por decir tacos y levantar el puño, por ser tan buen anfitrión con tus invitados, por emocionarte como un niño pequeño cuando te encuentras con un huevo de dos yemas, por hacer de los jueves los días grandes de la televisión con esos pedazo programas con Martín, y sobre todo, por querer tanto a tu audiencia (deberías hacer como el Buenafuente y esta gente, y dejar que asistiese público a los programas, te aseguro que yo me apuntaría ya mismo y me subía desde Alicante corriendo si hace falta! jeje!)
Un abrazo máquina! Aupa Rusia!
Hola a todos, soy maratoniano,intento ser un decente cocinero, buen bebedor y ferroviario. Lleva mas de 60 maratones a mis espaldas difruto como como un enano levantandome a las cinco treinta de la mañana para correr com mis colegas por la gran via y centro de Bilbao, discrepo de Ritxard donde se te ponen los pelos como escarpias la piel de gallina y las lagrimas bajandote por los mofletes es en la Behobia, Gaintxurisketa, Alto de Miracruz(Arzak)y la llegada a Donosti eso no tiene precio.
Tambien tengo que decir que me pasa lo mismao ente un buen arroz y ante una buena tajada de bacalao.
Hasta hace poco, no conoci a Jorge pero cuando tengo tiempo procuro no perdermelo, el otro dia hice en casa un fabuloso roscon de Reyes, segun la receta de Iban Yarza ¡expectacular!
Saludos
Salud y Kilometros para todos
Aupa maizter, me gusta que hayas encontrado la formar de disfrutar en Anoeta, viniendo de un Bilbaino, no es poco.
Roger, suerte, ten calma y disfrutalo.
Ritxar, ponte en contacto conmigo via feisbuc, las fotos no valen nada pero se te ve de fondo, casualidades de la vida.
Joder Patiño, 60 maratones, eso es muy serio, lo de la Behobia tambien es la hostia, hay que vivirla para saberlo.
Viva Rusia, su ensaladilla, Iban Yarza, Julepe y la madre que os p…..
Puto amo Loren! Recuerda que tenemos compromiso de volver a NY en 2018… y esta vez pienso acabar contigo!
Aúpa Edu, volveremos, por supuesto, y no te pienso esperar. En 2018 no valdrán las excusitas, que si me he roto el menisco, que si tal, que si cual…
Loren,tengo tres hijos varones,estudiamos (ejem) en el «PEÑA»,he corrido el marathon de NY,Paris,Barcelona y dos veces el de Donosti…. Joder, ya solo me falta cocinar.
Ahora estoy operado de dos hernias y me voy recuperando poco a poco,espero verte por la concha corriendo…..eso si,yo ahora andando (como he ido siempre, a un trote «cochiquero»..
Pues eso…que VIVA RUSIA..
Coño Juan, espero que te recuperes pronto, la verdad que la última vez que coincidimos ibas andando. Pues yo ahora también estoy parado, con «Fascitis Plantar»
A ver si remontamos y nos vemos por la concha. Saludos. Y viva Rusia!!!
PD: No sabia que al final habías ido a NY.