Cuando comemos una manzana o un melocotón, estamos comiéndonos la placenta de la fruta.
«La comida es creación del sexo de las plantas o los animales, y nosotros la encontramos excitante. Cuando comemos una manzana o un melocotón, estamos comiéndonos la placenta de la fruta. Usamos la boca para muchas cosas; para hablar y besar, tanto para comer. Los labios, la lengua y los genitales tienen los mismos receptores nerviosos, que los hacen hipersensibles. Hay una similitud de respuesta entre todos esos órganos. Un hombre y una mujer están sentados uno enfrente a otro en un restaurante de luz tenue. Un ramo de lirios rojos y blancos endulza el aire con un vago aroma a canela. Pasa un camarero con una fuente de conejo en salsa. En la mesa vecina, un soufflé de fresas difunde su aroma. Las ostras abiertas, dispuestas sobre una fuente con hielo, cubren una a una la lengua de la mujer con un brillo satinado. Se huele el aroma del pan fresco en la canastilla. Las manos de ambos comensales se rozan justamente cuando van a coger pan. Él la mira a los ojos, como si quisiera fundirse con ella. Los dos saben dónde terminará ese delicioso preludio. Tengo tanta hambre…, susurra ella.»
Escrito por Diane Ackerman, Una Historia Natural de los Sentidos.
Crédito fotográfico by gaelx