¡Qué viciosa esta Nagore!

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aquarium

Entre trago y trago santiguador de cerveza.

Alguien me contó una vez que el secreto confesado tiene algo de pecaminoso. Una, pecadora confesa, se dispone a desvelarles un itinerario de corto recorrido, pero les aseguro que de largo placer desencadenado. ¡Oh la la! Tremenda embajada cuando se trata de hablar de donostiastián, con rincones más escudriñados que los de las páginas amarillas pero con alguna lenta revisión que nos saca los colores. Txuriurdiñas, claro. Apunten, apunten, sin miedo, ya habrá tiempo de arrepentirse de tener que contarlo siempre todo.

Si usted no es de la city, y si lo es igual da, en algún momento dará con sus talones en las baldosas del puerto de San Sebastián. No se resista al tópico. Es un rincón repleto de esencias. Maravilloso. Casi conservado en formol. Y eso, hoy en día, es jamón de miles de bellotas. Ya que está, sin remilgos, adquiera el kit completo. Nada más comenzar el paseo hágase con dos cucuruchos de mar, mitad y mitad de quisquillas y karrakelas, bien en los legendarios puestos que aún quedan o en la marisquería principal a la entrada del camino. No se olviden de los alfileres, arma mortífera para el indiscriminado ataque al bígaro.

Y camine, cadenciosamente, hasta llegar al Aquarium y subir a la explanada que da al Paseo Nuevo. Allí, en lo alto, descubrirán que se ha montado un bar restaurante, Bokado, con un encuadre, paisajístico me refiero, que ni pedido por catálogo a los más desprendidos reyes magos. No voy hacer mención a la manduca, cualquiera se puede aburrir de ser “comentarista de comidas”. El caso es que si los de oriente han añadido el plus al regalo puede que encuentre sitio en tan idílica terraza. Si no, corra sin disimulo hasta las escalinatas del fondo, no sin antes haberse hecho con una birra bien grande, tirando a helada. Y de rienda suelta a su muñeca. Riqui, raca, una quisquillita por aquí, otra karrakela por allá, traguito santiguador de cerveza. Y así, interrumpidamente, hasta volver a descubrir que el orden de los factores no altera el producto. Al son de estas pipas oceánicas también podrá darle la vuelta al concepto del tiempo y el espacio. El marco, más nítido que nunca y el reloj sólo marcado por el dichoso alfiler que se me acaba de caer al cielo, suelo digo. Me tengo que dar más prisa, no vaya a ser que la “rubia” se ponga caribeña.

1 comentario en “¡Qué viciosa esta Nagore!

  1. Paco

    Di que sí, no hay paseo por el puerto donostiarra mas placentero que el que se hace comiendo unas karrakelas y unas kiskillas, mintras ves el mar, a la vez te lo estás comiendo a trocitos.(Que recuerdos de la niñez)

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