El monstruo de Gárate

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O de que este chaval es la monda lironda, el puto amo, la supernova total.

El Monstruo de Gárate. Fernando viene ganándose ya una glosa en este blog del demonio, a la manera de un senador. Sí, Gárate lo es, romano del mismo Eibar. Nadie conozco que en los asuntos del comer se desenvuelva con tal deleite y disfrute como él: es feliz en la abundancia, generoso hasta las trancas cuando se siente rodeado de amigos y los ve masticar a tres carrillos, ocultos entre montañas de camarón, percebe, nécora, cigala, kokotxa confitada o en salsa, chipirón, lenguado del aquarium o chuleta de una vaca de Igeldo. Disfruta más viendo comer a los demás que masticando: sonríe cuando te atragantas de goce, escancia vino cuando tienes sed, te sirve esas tres patatas fritas solitarias que no es capaz de comer si ve brillar tu ojo y ansías masticarlas antes que él. Lo alimenta vernos feliz, ¡qué cabronazo! Fino conversador, elegante como un pimpollo en el vestir, lo verás de madrugada en el mercado en busca de golosinas que quitar a otros de las manos. Hace la compra para casa, sí, pero para la de todos sus amigos a los que nos obsequia con gallos, salmonetes o fanecas recién pescadas, guisantes tiernos, yemas de espárrago, mendreskas, melocotones de viña o jamón york recién cortado. Igual da. Compra impulsivamente tantos y tantos manjares que luego debería morir y nacer mil o dos mil veces para poder dar cuenta de todos ellos, asados, salteados, escalfados, fritos, aliñados o en fino bocata. Fernando es espléndido, sí, de vuelta de casi todo está menos de vivir a pleno pulmón: a eso se dedica con natural maestría y nos gana por goleada a todos y cada uno de nosotros. Sí. No lo dudes, forastero.

Imagina. Un manjar que desees probar: él ya se hartó de comerlo y lo sustituyó por un bol de escarola aliñado con ajos. Cierra los ojos y acierta a verte sentado en el mejor restorán del mundo civilizado que puedas soñar: allá tendrán siempre el recuerdo de un eibarrés que volvió una y mil veces y zampó con voraz apetito todos los platos de la carta. En todos los lugares lo temen y quieren como a las marquesas de antaño. Si fríes huevos con patatas, allá vendrá. Si guisas legumbres, potajes o algún caldero que necesite de plato hondo y cuchara, lo tendrás sentado a tu mesa en un pis pas. El Ibai es su guarida preferida. Las chuletas de cerdo con pimientos le saben tan bien o mejor que mil calderos del caviar iraní más refinado. Duerme siestas de diez minutos en los lugares más insospechados abrigado con una bufanda, cazadora, jersey o toalla que cubra su vientre por un ratito: no vaya a enfriársele la amígdala y nos coja un leve resfriado. Este chaval es la monda lironda, el puto amo, es la supernova total. ¡Vaya tío!

Crédito fotográfico by David de Jorge