Iranzu taberna

Para zampar rico y sin adornos

Hay localidades guipuzcoanas que no suelen tenerse en consideración por no poseer rutas de pinchos medievales o siderales, no ser “marco oficial incomparable” o no ofrecer a sus visitantes un puerto pesquero con motores fuera borda. Zestoa entra en esa categoría, para regocijo de sus habitantes, que saben lo que vale un peine teniendo a mano paisajes de ensueño, pasado de rancio abolengo, precioso casco viejo y playas azotadas por el mar Cantábrico a escasos minutos. Lo que viene siendo un paraíso terrenal. Para más inri, tienen un coso taurino de gran categoría, digno de cuadro con Manolas del eibarrés Ignacio Zuloaga, e iglesia con su torre campanario que partió un rayo un primero de diciembre de dos mil diecisiete, manda huevos.

El párroco se libró por los pelos y gracias al granizo, no les cayó ningún pedrusco a los vecinos, que escuchaban el tormentón desde sus casas. El zurriagazo fue de tal calibre que los bloques de trescientos kilos volaron desde cuarenta metros, reventando soportal, cúpula, coro, el órgano recién restaurado y la sacristía, que es donde los monaguillos se ponen ciegos a vino y se apañan las riñas vecinales. Zestoa es una aldea gala irreductible en la que corres riesgo de que el cielo se desplome sobre tu cabeza, ¡por Tutatis! Tienen polideportivo guapo, sí, coqueta sociedad gastronómica, pequeño comercio muy lucido atendido por peña curranta y personajes como Kontxi la pescatera, ¡cuídenla, una pescadería es un tesoro! o Iranzu, patrona del local que hoy reseñamos, una taberna monísima que reúne a los más sibaritas del pueblo.

Tienen tascos como Uztapide en el que bordan champis, morros de ternera, mollejas en salsa o el pincho de tortilla, y al carnicero Uzkudun, pegadito, que se parte la crisma para que todo pichichi coma buenos filetes sin nervio. Presumen de atracciones turísticas como las fabulosas cuevas de Ekain, la vieja puerta de entrada y salida, las innumerables fachadas antiguas que aún quedan vivas, ese deslumbrante Palacio Lili, ejemplo de arquitectura palaciega del siglo XV y la casona del Marqués de San Millán en el barrio de Lasao, vinculado a una vieja ferrería. También tienen balneario de pedigrí o una discreta placa en la casa en la que vivió Pío Baroja, gloria de la literatura española y funcionario de su ayuntamiento. Otro gallo cantaría hoy si nuestros consistorios estuvieran gestionados por peña brillante, en vez de la ralea que nos ahoga en los plenos municipales con sus originalidades. Haciendo amigos, una vez más.

Pero pelemos el huevo duro de una santa vez y vayamos al turrón. Iranzu no tiene cocina y es un dignísimo ejemplo de que con gusto e inteligencia, te apañas sirviendo guisos y raciones mejores que muchos tascos con campana extractora. Sin ir más lejos, resucitan una tortilla muy bien hecha que calzan en una plancha el tiempo justo para que salga del ejercicio como Nadia Comaneci, airosa, dorada y con el corazón tembloroso. Apañan su oferta guiados por su paladar y sirven nada menos que productos elaborados que ellos mismos comerían en casa con sus chavales. Cuesta lo mismo servir bueno que malo, hazlo con mimo, cóbralo bien y llenarás tu garito de peña agradecida. Amaestra a tu clientela, que es de lo que trata este asunto de la hostelería de toda la vida. Iranzu lo clava, currando como una leona. No soporto los garitos llenos de bandidos que ponen el grito en el cielo cuando les suben cincuenta céntimos el chiquito de vino, ¡a los leones! Nuestra protagonista empezó esta aventura hace una veintena de años porque su madre tenía un pequeño local, montando en él un bar-cafetería.

Se pegó unos años subiendo el Tourmalet e inauguró recientemente su flamante local, más bonito que un San Luis. Solo ofrece calidad verdadera, panes, tartas, helados, cruasanes, napolitanas, galletas o palmeras de Joseba Arguiñano, que aterrizan todos los días desde su obrador zarauztarra. Le pegan fuerte a las gildas, a los pequeños bocatas y a las tostadas con ingredientes pelotudos, jamón Carrasco, conservas Yurrita, tomate bueno refregado, aceite de oliva navarro, queso Idiazabal y laterío del copetín. Las sirven sin horario, en el desayuno o la merienda, a grandes, chicos, abuelos y niños. Sirven vermú “preparado”, con el que puedes empujarte las cazuelas calientes de chipirones, albóndigas, pimientos rellenos o carrilleras. Además, el local es chulísimo, papeles pintados, mobiliario guapo, estampados de categoría y un toldo a rayas como de la Place Vendôme de París. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.

Iranzu taberna
Gurutzeaga 1 – Zestoa
T. 943 147 347
@iranzutaberna

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Cuco
¿CON QUIÉN? Con amigos
PRECIO ***/*****

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