Sa Pedrera d´es Pujol

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Marchamo menorquín.


Cocina actualizada de proximidad con productos de payeses y pescadores

Sa-Pedrera_10Menorca es un desfase, un auténtico paraíso al que le sobran los adjetivos, le pasa como a las buenas historias, que no necesitan de adornos a la hora de contarlas. La llamada isla de la calma es un despiporre de calas, rincones de ensueño y paisajes que dejarían bizco al más insulso de los humanoides,  si uno quiere entrar en comunión, que diría el más cursi, con la naturaleza y relajarse como un pachá, éste es el lugar, no le de más vueltas.

Por todo esto, lo más probable es que si usted pasa unos días de veraneo en este rincón bendito lo último en lo que esté pensando es en darse un homenaje de los que marcan época, y quizás dedique su tiempo a espatarrarse en la arena y frenar sus ansias de zampón en el chiringuito más cercano, donde la comida, por lo general, suele ser nefasta pero donde nunca falta, ¡alabado sea el señor!, birra bien fría y unos gin tonics reventones de los que quitan cualquier pena.

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Puede, sin embargo, que su espíritu de sibarita viajado le lleve a buscar acomodo en alguno de los espléndidos restaurantes que están diseminados por la isla, que haberlos haylos si uno acumula algo de información y pelín de perspicacia, y es en este punto, señoras y señores, -en el culo tengo flores y en el nabo caracoles-, donde no deberían de dejar de leer estas líneas.

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Si es de estos últimos, encaminen sus pasos y su alma de fino gourmand hasta el sur de la isla, al municipio de Sant Lluis, donde se encuentra El Pujol, la colina más alta de la zona y el restorán objeto de nuestro deseo, Sa Pedrera d’es Pujol (La Cantera de la Colina),  una antigua pedrera de marés,  de donde no hace no más de 200 años se sacaron todos los bloques con los que se hicieron las casas del típico caserío de Torret, como el que actualmente ocupa el establecimiento.

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Se trata de una acogedora casa de campo con varios comedores y dos terrazas ajardinadas, donde, cuando no casca el sol de justicia, uno puede sentirse el “príncipe de las mareas”.  En el interior, a la vista de los clientes, cuentan con una librería que habla bien a las claras de la pasión de los sheriffs de la “barraca”, gastronomía en todas sus variantes ilustradas, y una cava abovedada con centenares de botellas, con, casi seguridad, la mejor lista de vinos de toda la isla, unas 400 referencias, ¡que se dice pronto!

A los mandos del bólido Daniel Mora y su esposa Nuria Pendás, un inquieto cocinero asturiano de madre menorquina que combina con chispa sabores del Cantábrico y el Mediterráneo, aunque la cocina de Daniel sea sobre todo profundamente menorquina, no en vano los platos de la abuela Dora, excelente guisandera, le dejaron huella en su forma de entender la cocina y el producto.

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Abrieron hace más de 11 años y desde el principio el objetivo fue claro: rescatar fórmulas antiguas de la isla y elaborar una cocina de proximidad con productos payeses y de pescadores, con planteamientos honestos y de enjundia, en una actualización perfectamente planteada; la pareja son incansables viajeros y morritos finos y el recorrido se les nota de lejos.

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Alguno de sus platos son santo y seña de la casa y conforman un menú de clásicos que merece la pena no perderse.

Sa-Pedrera_11Está tremenda la Oliaigua amb figues, una sopa tibia de tomate y sofrito con higos, según receta tradicional de la isla, que se prepara siempre sin hervir. Contundentes pero muy finas las croquetas de sobrasada con una mermelada de pimiento que es la caña de España. Hace un caldo de impresión la caldera de morena, con un fondo de hinojo y azafrán que nos chifla, acompañada de un albondigón del propio pescado que te empapuza como un pez globo.
Igual de suculento es el ravioli relleno de calabaza y requesón con el pesto de sus propias pipas, un petardazo mediterráneo en toda regla.

La raya a la manteca negra con hinojo marino es pura bomba de neutrones, no se zampen toda la maravillosa mantequilla aromatizada que les sacan al principio por dios, si no, ni locos llegarán a la formatjada de solomillo Wellington con una farsa de setas portentosa y una salsa gravi que les hará suspirar de gozo y ponerse en modo “boa constrictor” on.

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Si llegan a los postres, para aligerar es mejor que opten por el helado de pomada con melón al natural y sopa fresca de su corteza, aunque la tarta de manzana rellena de cuscussó (un mazapán tradicional menorquín) con helado de arrope tampoco es moco de pavo.

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Por cierto, dicen los lugareños que la caldera de langosta en dos vuelcos de la casa es estratosférica, así que si les dio por gozar a dos carrillos e hicieron parada aquí, olvídense del tiempo, las preocupaciones y la dieta, y entren a “matar” porque como siempre repetimos cualquier día te atropella un trolebús y vas directo a Villaquieta, ¡amén!

Sa Pedrera d´es Pujol
Camí d´es Pujol 14-Sant Lluis-Menorca
Teléfono: 971150717
http://www.sapedreradespujol.com
sapedreradespujol@hotmail.com
Días de cierre: Los miércoles. En Agosto: abierto todos los días

COCINA Sport elegante
AMBIENTE Campestre
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / Negocios
PVP: 30-100 €

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