La Guinda

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Deliciosa y femenina.

Romina encontró la piedra filosofal del éxito, que consiste en estar al pie del cañón en su cocina.

Hay un bolero de los años cincuenta que dice, “en los labios rojos, en los blancos dientes de tu boca linda, temblaba una guinda roja, roja, roja… deja que la coja, deja que la muerda…”, un canto a darse el mordisco con fruición y a disfrutar de la vida al son de Antoñito Machín y los Panchos, que fueron siempre unos grandes del copón. Años más tarde esa canción se versionó a ritmo de tango, con ese lánguido paso de langosta del Cantábrico que invita al roce, y puede que su título inspirara el nombre del sitio que hoy nos ocupa, La Guinda.

la-guinda_3Quizás Romina Mosquera sentía añoranza de su Buenos Aires natal y de los tangos escuchados en el barrio de Palermo. O igual tan sólo le gustan las guindas jugosas que ponen perdida la blusa al primer tarisco, quién sabe. El asunto es que como buena porteña, acostumbrada a lidiar con infinidad de crisis, la nuestra no le amilanó y en 2011 abrió un local que hace las delicias de los donostiarras por razones bien justificadas. En estos tiempos de persianas bajadas y carteles de traspaso, La Guinda es una prueba de que con trabajo y una idea original detrás no sólo te puede ir bien, sino muy bien. Tanto que hace pocos meses ampliaron el local y la terraza para dar mejor acomodo a los incondicionales de su cocina casera, deliciosa y femenina.

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Con su aire “vintage” de acogedora cabaña austral, La Guinda lo mismo podría estar en Copenhague que en Brooklyn o en la Cochabamba, aunque por fortuna, está en el donostiarra barrio de Gros y pueden acercarse en un pispás para ver si se contagian de su estilo cosmopolita. Los modernos, que creen que todo suena mejor si se chapurrea en inglés, llaman a este garito “dinner” o “deli&coffee”, así que elijan el término que mejor les suene, porque dependiendo de la hora del día aquello es cafetería-pastelería-merendero en el que se ofrece comida fantástica, o un restorán que sirve tartas, pasteles y cafés de otro planeta.

Abierto desde bien pronto por la mañana hasta la noche, La Guinda se adapta a sus clientes y tiene espacio para todo tipo de vicios: podrán ponerse las botas con sus variados desayunos, disfrutar locamente de su menú diario, saltarse la dieta hincando el diente a algunos de sus pecaminosos dulces o meterse entre pecho y espalda una grandiosa hamburguesa más famosa que el baúl de Conchita Piquer, ¡hagan juego señores, esto es el despiporre!, ¡rien ne va plus!

la-guinda_5Romina es bonaerense antes que donostiarra, y pastelera antes que cocinera, así que la muchacha domina la alquimia y encontró la piedra filosofal del éxito, a lo Harry Potter, que consiste en estar siempre al pie del cañón en su cocina, conseguir lo que se propone y aspirar modestamente a que los clientes entren, disfruten, y ¡abracadabra!, vuelvan y beban y vuelvan a beber, los peces en el río por ver a dios nacer. Haciendo gala de la multiétnica cocina argentina, en su carta encontramos dulce de leche y también inspiración norteamericana, francesa y oriental. Platos sencillos y sabrosos que saben a lo que contienen y no necesitan segundas ni terceras lecturas. Hay algunos platos que son ya los “intocables” de la casa, el carpaccio de solomillo de ternera con aliño de mostaza es un canto al buen gusto, con bien de rúcula y virutas de queso, las croquetas, monumentales de veras, y por supuesto la porno-star de la carta, la hamburguesa, tremenda, jugosísima y apetitosa a más no poder, digna de leñador de Michigan con bigote y John Deere aparcado en doble fila.

la-guinda_4A diario preparan menús a precios más que ajustados con propuestas que valen un potosí, que contiene fórmulas como el salmorejo de tomates con tacos de ibérico y huevo, un segundo plato a elegir entre solomillo de vaca con pimientos y patata chafada con olivas o un pescado del día con cuscús de vegetales, holandesa de cebollas caramelizadas y un remate dulce que nunca falla, crema de yogur con compota de manzana y migas de mantequilla, sin ir más lejos.

Nunca faltan tostas de pan reventonas, woks y salteados, platos todos que apetece zamparse como un poseso en cuanto los adivinas por otras mesas y ahora, en época navideña, podrán aprovechar para encargar sus tartas, dándole un respiro al típico turrón de toda la vida, o pasarse a buscar la caja de suculentas croquetas (jamón, bacalao y hongos) listas para freír, ¡quedarán como marajás de Kapurtala!

Disfruten de su terraza, de la tarta de limón y merengue, que es de pecado mortal, del salmón ahumado casero o de las limonadas hechas en casa, que da gloria beberse de un trago. Y por qué no, después de la jamada busquen unos labios rojos y dense el lote en plan cerdete, que vivimos cuatro días y dormimos la mitad de ellos. Que pasen buena noche, feliz año nuevo y amén Jesús.

LA GUINDA
C/
Zabaleta, 55
 Barrio de Gros (Donostia)
Tel.: 843 981 715
Web: www.laguindadelicoffee.com
Cierra: lunes

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Campestre
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja
PRECIO 25 €

2 comentarios en “La Guinda

  1. Raquel

    He estado ayer y me ha encantado: El menú de temporada está fenomenal, pero vimos una tosta según entramos y también nos la pedimos (nos pasamos con la cantidad!). También muy ricas las croquetas para la niña, y el trato del personal hacia la pequeña fue de 10!! Volveremos seguro para probar el resto de platos de la carta.
    Gracias por la recomendación!

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