Cadalso es un paraíso en la tierra salpicado de casitas en las que se refugian madrileños y urbanitas hartos de semáforos y las movidas de la gran ciudad, que encuentran allá sosiego, ambiente de pueblo y rosquillas para empujarse el café con leche mañanero. Cierto es que para que la tierra ofrezca sus frutos hay que trabajársela y los padres de esta criatura bebible se las desean para abrirse hueco en un mercado saturado de etiquetas, mandangas y referencias.
Es una garnacha masticable, feliz y muy sabrosa, criada durante doce meses en barrica de roble gabacho, ¡tiene guasa el asunto!, pues aquellas tierras fueron paso obligado de la artillería francesa en su marcha desde Ávila a tierras toledanas, en la guerra de la Independencia a comienzos del XIX.
