No está nada mal conocer a gentes de todo pelaje y condición, porque además del color del tocino magro y del chorizo picante riojano, el mundo tiene otros matices a tener en consideración. P
or eso estoy más feliz que una perdiz por tropezarme con la amiga Zaloa, propietaria del Farmacook eibarrés, que es una especie de colmado de ingredientes relucientes y escuela de cocina de pedigrí en el que descubres golosinas para relamerte el bigote.
Puedes echar mano a excelentes conservas, tarros misteriosos, panes, aderezos de colores o brebajes refrescantes como el que les traigo, elaborado con agua del Pirineo, azúcar de caña, té verde, zumo de manzana y jengibre de producción ecológica.
Lo llaman bebida “viva” porque contiene “kombutxa”, que es un té fermentado que provoca que el trago sea carbonatado, dulce y avinagrado con sorprendentes beneficios porque ayuda a la digestión y absorción de nutrientes.
Si no les convence el asunto, también pueden emplearlo para hacerse unos lingotazos con mucho hielo, ginebra o ron blanco y así podrán agarrarse un “moñoño” vegano la mar de saludable, ¡xup!
