Mi pandilla madrileña del vicio, el fornicio y el despelote tienen esta castiza taberna madrileña de Ponzano como sede de su conferencia episcopal del desmedido zampar.
Si consultan las hemerotecas o el “Cossío” de las tascas más ilustradas, sabrán que el mismísimo Vázquez Montalbán, atrapado en el cuerpo del maltrecho detective Carvalho, aseguraba que las cañas “dobles” de este apretadísimo local eran reputadas por su densa telera de espuma.
Además de birra, reina también el aristocrático vermú y esa fachada alicatada con vistosa cerámica de Talavera, decorado de ensueño para los que se fotografían enfermizamente con el teléfono mostrando su poderío como “cazadores de tendencias”.
Su patrón se llama Jorge del Puerto y si logran hacer migas, les enseñará el diminuto pasillo que a modo de cocina hace de cocedero de marisco y en el que ponen a punto los avíos necesarios para que en la barra reluzcan todas esas especialidades que llevan muchos años volviendo locos a los españolitos de a pie, anchoa, boquerón, patatas finas de freiduría, jamón, morcón y salchichón, hígado de bacalao, salpicón, gamba al ajillo, pulpo, hueva de merluza, mejillón en escabeche o espléndido marisco con piezas del carajo como percebes, camarones y cigalas.
Ponzano 58 – Madrid
