Astelena.148

Local con pedigrí
Un histórico que vuelve a ofrecer sus clásicos, bebida fresca y buenos alimentos

No tengo el gusto de conocer al amigo Asier Arriola, una de las cabezas pensantes y brazo ejecutor de todos esos locales dicharacheros y bien pertrechados que todos conocemos y frecuentamos de pascuas a ramos, pero tengo que confesarles mi debilidad y admiración por tipos como él y otros muchos que se lían la manta a la cabeza buceando por ese oscuro y agitado mar de fondo de los líos y las cuitas empresariales, en busca de fabulosas piñas de rojo coral.

En los tiempos que vivimos es complicado ejercer con eficacia la labor de tasquero, ¡noble arte!, cuyo desempeño en el pasado requería de otras formas mucho más familiares en la gestión y en las ventas. Hoy, esa improvisación y esa soltura es harina de otro costal, pues las cosas han de repensarse una y mil veces antes de levantar la persiana; la burocracia y el papeleo miran de reojo con aviesas intenciones y nuestros hábitos y costumbres nada tienen que ver con aquellos días de pantalón de pata de elefante y muchos Seat “Panda” dando vueltas por el desmelenado Boulevard.

Espero que no se enfaden los grandes dinosaurios de la hostelería, algunos retirados y otros aún dando guerra a pie de caja, llevando refrescos y patatas a la mesa tres mientras un adolescente se lamenta de que no chuta bien la “wifi”, pero aquello de que cualquier tiempo pasado fue “peor” cambia en función del color del cristal con que se mira y puede ser mucho “mejor” si pensamos en que los clientes estaban menos toreados y eran más benevolentes, o eso me parece. Se gastaba de otra forma y todo era más “naif”, como esos cuadros que “La Chunga” pintaba y mostraba a la concurrencia: nadie sabía si reír, llorar o salir corriendo.

Así, es de recibo agradecer esa recuperación de nuestro patrimonio hostelero, que a la manera de las reales academias, algunos practican fijando, limpiando y aplicando todo el esplendor posible en la renovación de las instalaciones y del personal, manteniendo la esencia e incluso superándola, asunto al alcance de muy pocos. Un claro ejemplo fue ese salto mortal hacia delante de la “Bodega Donostiarra”, que el amigo Miguel Montorio fue capaz de dar, luciendo hoy más bonita que un San Luis, atiborrada de gente y con sus gemas bien lustrosas luciendo cacha en el escaparate: Gilda, Indurain, tortilla de patata, chorizo picante, ensaladilla y demás joyas de labrada hechura que parecen tocadas por las manos de Claudio, el sultán de Casa Munoa.

Para centrar la jugada iré recogiendo las migas que dejé por las mesas de los anteriores párrafos y les confesaré que me alegra reconocer en el ambiente del nuevo Astelena.148 el inconfundible buen rollismo del difunto Alfonso González, titán de la hostelería que dios tendrá en su gloria en el consejo de sabios y que dejó en el local que hoy nos entretiene esa leyenda de algunas especialidades convertidas con el paso de los años en “históricas”. En concreto un pastel de pescado que los cronistas de la corte dicen que inspiró y empujó al zorreras de Juanmari Arzak a sacarse de la chistera el “pudding de krabrarroca”, receta estandarte y chupín de salida del movimiento de la nueva cocina vasca. Es lo que tienen los pinchos con solera, que sobreviven e inspiran a los profesionales y a la sedienta clientela, necesitada de atención, bebida fresca y buenos alimentos, que es lo que vuelve a ofrecernos el local, ¡aleluya!

Para celebrar tan magno acontecimiento, nada menos que el regreso al ruedo de un clásico, pueden arrancarse con el consabido platillo de bonito, anchoa, guindilla y aceitunas, convertido ya en un tótem de la hostelería donostiarra que rememora aquellos platos “vinagrosos” que se ofrecían en algunas bodegas riojanas mientras aguardabas pacientemente a que se llenara de vino la garrafa que traías de casa. Luego, aticen a la surtida barra de pinchos o aún mejor, apoyen las posaderas en cualquiera de sus pequeñas mesas -pegadita a la cocina hay una bien ancha que es la reina mora del local-, y sigan con el resto del repertorio que incluye pastel de pescado, croquetas de jamón, mejillones tigre o el revuelto de ropa vieja, que entre destellos de cebolla pochada, carne de puchero y pimiento verde reclama la atención del bravo pedigrí del glorioso establecimiento.

Para concluir, hinquen la piñata a las anchoas marinadas con refrito de ajos, que son un canto a la suculencia y reclamo para seguir luego de tragos visitando al vecino “Txepetxa” -otro imprescindible en la senda de los elefantes-, a la extraordinaria oreja de cerdo guisada como si fueran callos de ternera, y pillen boleto a los mismísimos infiernos con los dados de atún con foie gras plancheado, -que todo pichichi devora con fruición-, o a la consabida chuleta con patatas y lechuga.

Astelena.148
Calle Iñigo 1 – Donostia
Tel.: 843 687 019
www.astelena148.com

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca modernita
¿CON QUIÉN? Con amigos / En familia
PRECIO Alto – MEDIO – Bajo

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