No conozco personaje al que le guste más el arroz que a mi amigo Josemaría, que pierde el sentido hasta con el apelmazado de hospital. Cuando te curras un buen sofrito y fraguas un arroz de dios padre, ahí está el muy caimán reclamando que solo quiere grano y poco tropezón.
Tenemos la fortuna de ser un país con un enorme recetario y gran tradición en su cultivo. Así, si son ustedes sevillanos, habrán comprobado que el viento Foreño inunda la calle Sierpes a final de verano con el característico olor del cereal, que los más avispados son capaces de olisquear.
En Aragón tienen también el olfato desarrollado para percibirlo en el ambiente, pues lo cultivan en algunas localidades de la Ribera del Ebro y en otras zonas de Zaragoza y Huesca. Así y desde 1996 constituyeron la Arrocera del Pirineo, una cooperativa que reúne a más de noventa agricultores asociados a las cooperativas Virgen de la Oliva, San José y Osca.
Algún tiempo más tarde nació Brazal, que es la denominación comercial que utilizan para su producto, con el que podemos gozar si lo meneamos en el culo de nuestro puchero, bien sofrito.
De entre todas sus variedades, destaca la “Maratelli”, que tiene nombre de cantante de ópera italiana pero es un grano redondo y perlado bastante envalentonado, pues absorbe y chupa con mucha alegría toda la sustancia que se concentra en el caldo y se distingue, el muy chuleta, por acomodarse en paellas y arroces secos rematados en el horno.
www.arroceradelpirineo.es
precio aprox.: 3 euros / kilo
