San Francisco 33

Pequeño pero matón
Llevan hasta tu toalla de la playa unos irresistibles bocatas de pan crujiente

En el barrio de Sagües hubo hace muchos años matadero y por allí no paraba ni el hijo del sereno para llevar el almuerzo a su padre. Los más cascados de la ciudad cuentan que el lugar se concibió para dar cobijo a las cuadrillas de obreros que participaron en la construcción de la lustrosa y luminosa barriada de Gros, así que si necesitan ampliar la información, ya saben, busquen a Javier Sada y los ilustrará con todo lujo de detalles, pues no hay mejor cronista en la ciudad, ¡menudo tío!

Los que rozamos casi ya la cincuentena y peinamos alguna que otra cana en la huevada recordamos con ilusión aquel pedregal en el que algunos hicieron el cabra con la moto, otros acrobacias con la bici, hogueras por San Juan y que además de escombrera de las pequeñas obras de los pudientes, sirvió de zona de asueto para los que de ciento en viento íbamos a empañar las lunas del coche, ¡qué tiempos tía Gloriatxo y qué suerte la mía!, pues algo más tarde me vi allí viviendo la soltería por unos cuantos años largos. Nunca olvidaré aquel tercer piso abierto al mar sobre el castizo bar El Muro del amigo Javi, con su portal minúsculo y ridículo ascensor. El salitre, los surfistas engominados, el ambiente relajado de barrio, la megafonía playera radiando la fiesta sobre las olas desde las siete de la mañana de cualquier domingo o la soledad del asfalto cuando azotaba el temporal de invierno, son recuerdos que aún hoy me iluminan la sonrisa. Sí, amigos, venían los colegas a casa y subían prestadas las sillas de las terrazas de la calle para poder sentarnos todos juntos a la mesa, ¡qué descojono!

Teníamos el Scanner para echar las birras, el garaje de reparación de automóviles más casta y eficaz para revisar los manguitos del aceite, la desaparecida Bodeguilla, un zulo viejo y destartalado en el que los más chulitos guardábamos las motos, el tasco de la esquina de Imanol y un ultramarinos al que bajábamos a por jamón cocido, papel de culo, jabón de lavadora, pan o naranja de zumo, verdadero paraíso para todo tipo de remiendos. Aún hoy, antes de tirar para casa, suelo darme un voltio para saludar a los que resisten al pie de sus negocios, como verdaderos samuráis. Donde antes había locales cerrados ahora venden ensaladas y poco a poco aquello toma su verdadera carta de naturaleza de entorno privilegiado y feliz. La ruina y la roña hace ya tiempo que se transformaron en explanada en la que se acumulan las atracciones y campan a sus anchas las zonas de aparcamiento, la paloma de Néstor Basterretxea, las instalaciones deportivas y los columpios decentes, que se levantan sobre firme acolchado para que la chavalería amortigüe los chichones, ya saben que vivimos tiempos pasteurizados en los que reina la sobreprotección de críos y de datos, ¡sálvese quién pueda!

Lo cierto es que el barrio irradia buen rollo y la gente más molona lleva tiempo haciendo suyo el entorno, apropiándose del muro para ver atardecer, de las olas para practicar surf o de las terrazas, para echarse un trago mientras la peña le da duro al patín, al palique y al deporte. Así, entre toda esta salsa tan divertida y cachonda, el vecindario acaba de dar la bienvenida a un nuevo garito que no es otro que la bocatería del amigo Axel Díaz, que ha rehabilitado uno de los locales más guapos del entorno, después de triunfar en Zarautz, replicando un establecimiento que borda los bocatas cosa fina. El chaval es hijo de tasquero y anticuario y como al galgo siempre le viene de casta, ha montado una cocina guapa con azulejos biselados y detalles femeninos de relumbrón, estetas y sibaritas. En la planta de calle del nuevo local encontrarán el San Francisco 33, y en el zulo está la amiga Gabriela con “Tenedor Tours” y la panda del “Basque Country Cycling”, que se dedican a montar a guiris en bicis para que alucinen de nuestro entorno y aflojen a su paso la cartera, ¡viva el turismo, redios! Además, instalaron una heladería, ¡no se precipiten y dejen el cucurucho para el final!, así que podrán disfrutar de todos los sabores y colores elaborados por Felipe Omagobeaskoa, el heladero de Omago Txiki, que parece personaje de Juego de Tronos.

Pero mordamos el queso de una vez y expliquemos de qué va el asunto, que consiste no más en que te comes allí tu bocata, lo llevas a casa o mejor aún, ellos mismos te lo acercan con una pequeña flota de bicicletas hasta tu toalla de la playa, ¡vaya, vaya! El garito ofrece cuatro cosillas pero todas bien hechas, gazpacho, ensaladas y sándwiches tan simples como deliciosos -el 310 se sale del mapa-. Después, una decena de bocadillos donde elegir, entre los que destacan un buen vegetal, uno ibérico con su pan con tomate, jamón y aceite de oliva virgen, el llamado “Fresh”, que entra de cine con su jamón york, queso, tomate y albahaca, el “Belartieta”, con queso, tomate, cilantro y aguacate o el “Olivia”. Y como son más chulos que un ocho de hojaldre untado en leche fría, ofrecen también bocatas firmados por los grandes chefs del continente europeo como Eneko Arguiñano “Tony Curtis”, Martín Berasategui, Juanmari y Elena Arzak o la gran revelación del momento, un tal David de Jorge, que les pone en bandeja dos clásicos eternos como el “Robintxo”, relleno de ventresca con pimiento rojo, y el “Imperial”, alianza indestructible de bonito, anchoas, guindillas y salsa mahonesa.

En Donostia incorporaron alguna novedad como el sándwich “Carmencita”, relleno de mostaza, pollo, mahonesa, pimienta y rúcula, cuyo nombre se debe a la creadora y encargada del nuevo local, una madrileña dicharachera enamorada de la ciudad, que junto a Aroa y Ainara, dos diamantes en bruto, nos tienen asegurado para lo que resta de verano soleado bocatas crujientes en pleno corazón de Sagües, el barrio más auténtico y dicharachero de Donostia city.

San Francisco 33
Calle José Miguel Barandiarán 24 – Donostia
Teléfono: 943 14 24 86
www.sanfrancisco33.com

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Take Away
¿CON QUIÉN? Con amigos
PRECIO 10-15 €

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