Boceguillas

La mejor área de servicio de España
Un local de carretera con cafetería y un comedor circular con vistas a Somosierra

Tiene uno dos carreteras anotadas en letras de oro en sus recuerdos de infancia, que no son otras que la ruta del norte, atravesando Cantabria, Asturias y Galicia hasta las mismísimas Rias Baixas, donde pasábamos los veranos retozando entre vieiras, churrasco, Mirindas, balonazos en la playa, siestas a media tarde y aquellas odiosas y obligadas digestiones de horas al raso que nos cascábamos antes de zambullirnos de nuevo en el agua, pues si incumplíamos aquella penitencia caía sobre ti una maldición azteca y tus tripas terminaban vueltas del revés y escupías sangre y agonizabas de muerte entre cloro, manguitos y regueros derretidos de Drácula y Cola-Jet, ¡terrorífico! La nacional uno, caminito de los madriles, es la otra “autopista hacia el cielo” que aún sigo transitando con la ilusión de ida de las cosas por hacer en la capital del reino o las ganas de llegar a casa y pisar la hierba del regreso, cansado de prisas, ascensores, semáforos y esa ansiedad de sentir el aliento del peatón en tu nuca.

Así que acá seguimos, yendo mucho menos a Galicia de lo que a uno le gustaría, pero cruzando a menudo la meseta en coche, rumbo a La Moraleja, Tres Cantos, calle Lagasca o Chamberí, con la música a todo trapo y esa rara costumbre de tener que desayunar, comer o cenar todos los días. Les diré que en España tenemos la fortuna de gozar en todos los barrios de fruterías bien surtidas, disponemos de una red hotelera que rompe la pana, y muy a pesar de lo que digan por ahí, disfrutamos de una red viaria atómica infestada de baretos, tascos, ventas y establecimientos de carretera con muchas ganas de atender al viajero en ruta, ¡así de clarinete!

Además del pincho, el bocata de tortilla de patata o el menú del día guisado con producto fresco y servido con sonrisa, los que nos atienden son sicólogos y nos reconfortan con información de ruta o con una bienvenida calurosa, que se agradece tanto cuando el asfalto está complicado o llevamos muchas horas al volante escuchando a Carlos Herrera, a Gemma Nierga o a Carles Francino y brota esa necesidad de estirar las piernas, echar un pis, llenar el depósito y tomarse un cafelito cortado con leche fría. Tiene uno la folla de llevar muchos años fastidiando la siesta desde la tele con sus recetitas a todos los que quieren echarse un sueñecito, así que los caretos de los camaretas cuando me ven entrar por la puerta son todo un poema. Boquiabiertos, multiplican por cien las ganas de atender, y como lleva uno media vida intentando agradar repartiendo buen rollo sartén en ristre, recoges lo que siembras: cafés más calientes, triángulos de tortilla más gordos, lisos de vino tinto, filetes que se salen del plato, más tacos de bonito en la ensalada mixta y que tus compañeros de profesión estén orgullosos de atenderte.

Me encanta hablar con mis colegas camioneros, repartidores, taxistas y gente de ruta que se dedica a currar honradamente para llevar el jornal a casa y preguntarles qué comen o cómo se arreglan y cómo se guisan ellos mismos con un infiernillo o qué transportan o en qué lugares se detienen para descansar y matar el apetito. Tienen mucho mérito y son fuente inagotable de paciencia, buen rollo y esfuerzo, pues la carretera es una puñeta, el gasóleo está caro y hemos de reconocerles el mérito. En muchas ocasiones les hablé de todos esos locales que me recomiendan y en los que paran a estirar las piernas y a zampar como guepardos: el “Volante” de Chinchilla, “El Castillo” de Sasamón, “Mesón Riscal” en Carbonero el Mayor, “Marchena” en Zafra del Záncara o el área de servicio de “Boceguillas” que hoy nos ocupa, recomendado por el trotamundos Miguel Rial, que es dardo en plena diana. Un local ejemplar con una buena cafetería y un comedor circular con vistas a Somosierra que ofrece lechazo, verduras y los típicos platos que apetecen cuando estás de viaje, huevos, ensaladas, sopas o un buen pedazo de pastel.

Los patrones comunes en estos tascos es ofrecer lo que el cliente desea y en el tiempo justo para que podamos seguir camino, así que hacen el papel de «madres» y se preocupan de que comamos caliente, rápido, a buen precio y con mimo. Son infalibles los pucheros de lentejas o una crema de verduras o un buen arroz o una pasta o un pescadito rebozado o un pollo al ajillo. Y gozas de postres caseros o de que te guiñen el ojo y te pregunten si quieres repetir, ¡eso no tiene precio!, y ocurre todos los días en muchos lugares de carretera, así que un «ole» muy grande para todos ellos.

En “Boceguillas” currelan como tigres desde 1998, año en el que Conchi Domínguez y Ángel Tobar se liaron la manta a la cabeza y habilitaron aquel complejo junto a la gasolinera dirección Madrid, en las salidas 118 y 117, o volviendo a casa, dirección Burgos, en las salidas 115 y 116, para más señas, ¡tomen nota! En la barra podrán atizarse los clásicos bocatas fríos de anchoílla en aceite con tomate, jamón, salchichón o chorizo ibérico, además de los típicos calientes de tortilla con jamón y tomate, picadillo con tortilla de patata o beicon con dos quesos. Triunfan los huevos fritos de corral con patatas, morcilla o matanza de pueblo y la amiga Conchi o Manuel, su jefe de cocina, se desgañitarán para que te sientas cómodo y pruebes las especialidades de la carta. Tienen ibéricos y buen queso de oveja, morcilla de Burgos con pimientos asados, ensaladas mixtas o camperas, y si lo que desean es cuchareo, podrán darle al potaje de garbanzos, a la sopa castellana con chorizo y al judión de La Granja con oreja. Si conducen, negocien con sus compañeros continuar ruta de copiloto y podrán así rematar con el corderito lechal asado en horno de leña o las chuletillas a la brasa, y pimplarse un trago de orujo de hierbas para continuar relajado hasta destino como un pollo de grano cebado.

Boceguillas
Boceguillas – Segovia
Tel.: 921 543 703

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Rococó de carretera
¿CON QUIÉN? Con amigos / En familia
PRECIO 30 €

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