Restaurante Marisquería El Pescador

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Puerto de mar.

El primer restorán que abriera el gran Evaristo sigue en excelente estado de forma.

Evaristo García, el alma de las Pescaderías Coruñesas y de restaurantes como O´Pazo o este Pescador que hoy traemos a colación, es uno de esos hombres hechos a sí mismos, un maragato de ley que ha currado lo indecible para situarse a la cabeza de ventas de pescados y mariscos del territorio nacional, ¡vaya casta, amigos!

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El bueno de Evaristo llegó a Madrid en 1942 con solo nueve años a trabajar en el negocio familiar (Pescadería La Astorgana) y ya entonces se pateaba la ciudad de cabo a rabo para repartir el género en los restoranes más de postín de la época como Jockey, Horcher, L´Hardy, Ritz y toda la grandeza. Cuentan que a pesar de ser flaco como la raspa de un boquerón le tocaba cargar cestas de hasta setenta kilos de pescado, que se dice pronto, y que para poder coger un mínimo de resuello en muchas ocasiones dejaba la mercancía apoyada en el alfeizar de las ventanas, ¡así se las gastaban por aquéllas épocas, chorraditas las justas!

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Con el tiempo se puso al frente de su propia locomotora, Pescaderías Coruñesas, que aún hoy son un hito en el sector, y en 1975 cuando le surgió la posibilidad de comprar el tasco del jugador de fútbol José Fidalgo Veloso, que había militado en el Deportivo de La Coruña y el Real Madrid, no se lo pensó dos veces y se tiró a la piscina conocedor de que no hay mejor puerto de mar que el de la capital el reino, sobre todo si el que trajina la mejor mercancía es uno mismo.

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Evaristo García y sus hijos, actualmente al mando de todo el tinglado, siempre tuvieron una serie de máximas que llevaron a rajatabla, a saber, trabajar como cosacos, hacer el bien y tener bien clarito que tan imprescindible es el cliente que viene a por angulas y langosta viva del Cantábrico como el que lo hace a por chirlas y sardinas, ya que nunca pidieron el carnet a nadie, les bastaba con ejercer de tenderos y superarse para hacerlo lo mejor posible y contentar al respetable.

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Cuando El Pescador abrió sus puertas fue toda una revolución en Madrid el hecho de que recomendasen el pescado sin añadir ninguna salsa, ni siquiera limón, el producto pelotudo no necesitaba disfraz ni enmascaramiento, ésa era la consigna. La cosa chutó como el Sputnik y hace unos años, en 2010, llegó el momento de acometer la gran reforma que les permitiese bailar a lo agarrao con la modernidad; la barra adquirió mayor protagonismo y el picoteo selecto brilló con luz propia en un local que sigue manteniendo un comedor tenue y bien coqueto para cuando se quiere pasar a mayores.

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El garito, de estilo marinero, gasta evidente encanto, nada más entrar a uno se le van los ojos al mostrador, atendido por un servicio que muere por agradar, a rebosar de la mejor chicha oceánica. La barra se separa de las mesas a través de una curiosa malla metálica, y el comedor es tope confortable y acogedor, vestidas sus mesas con manteles de cuadros Vichy y decoradas las paredes con grandes redes de barcos y enseres marineros.

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Pero vayamos al lío, en la barra apetece hincarle el diente a todo todito todo, en frío, monumentales las tostas de anchoas de Santoña o las de salmón ahumado artesanal de la casa, no crean que el tártaro de atún rojo de Almadraba le va a la zaga, ni las gambas blancas cocidas de Isla Cristina o la ensalada de tomate con ventresca de bonito. El picoteo caliente es también otra buena ración de néctar, espectaculares almejas gordas de Carril a la sartén o berberechos de la ría cocinados de igual modo, almejas elaboradas como los “tigres”, con su buen tomate y su picantillo, txangurro gratinado en concha de erizo, mejillones de roca al vino blanco, croquetas caseras de chipirón o carabinero, boquerones mariposa… y una serie de conservas y escabeches soberbios, el de bonito en temporada no tiene rival, ¡ay, qué ricura Dios!

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De siempre tiene fama el salpicón de marisco, tope natural, elaborado con mariscazo, langostinos, rape, mejillones, carabineros y cebolla, con una mordida de campeonato, y, por supuesto, sus joyas de vitrina, de lo bueno, lo mejor; ostras de O´Grove, nécoras gallegas, bogavante del Cantábrico, langostinos de Sanlúcar, carabineros de Huelva, cigalas de Marín, gamba roja de Denia y todo un recital para volverse majara si la panoja acompaña.

En el comedor sigue teniendo merecida reputación la sopa de pescado, el lenguado Evaristo, en honor al patrón, el rodaballo salvaje o el besugo a la bilbaína, además de las angulas, sólo en temporada, cuando llega material genuino, preparadas de forma tradicional o en ensalada, con una buena frotada de ajoaceite.

Dense el capricho de rematar en dulce con unas buenas filloas rellenas de crema, una porción de Tarta de Santiago, unos ricos helados variados o con un poco de queso gallego con membrillo.

Preparen la cartera porque aunque no derrapan, lo selecto se paga, y gocen como caimanes con todo lo que nos brinda el mar, que es capricho fino catalino. ¡Viva Neptuno!

El Pescador
C/José Ortega y Gasset, 75 (28006 Madrid)
Tfno: 914 021290
elpescador@marisqueriaelpescador.net
www.marisqueriaelpescador.net
Cierra: Domingos

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