Bar Cañete

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Barra y matel.

Un tasco que refleja todos los estilos de la cocina popular española con un arte de flipar.

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Por regla general me suelo fiar poco de los garitos que ofertan mil cosas en su carta, hay que ser muy ducho, auténtico malabarista de la pista, para abarcar y apretar a la vez. También huyo como de la peste de los baretos que no saben hacer una croqueta como dios manda, de los que esconden los botes de reducción de Módena chunga por cada esquina y de los que te racanean en el vino por copas, vertiendo una ridiculez en el vaso y debiendo de pensar que, además de gilipollas, tienes cara de querubín que adora los elixires exiguos, ¡empiezan a ser plaga, por cierto, dios, qué cruz!

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En la ciudad condal, en pleno Raval muy cerca del puerto, existe un local capaz de espantar todos estos fantasmas, el bar Cañete capitaneado por el amigo Parrado. Es un desfase de oferta “tapera” de agárrate que vienen curvas, una lista de guisos y platillos resueltos con una mano del copón y servidos con enorme desparpajo que entusiasma tanto a guiris, como a empresarios con corbata, vecinos del barrio, mujeres disfrutonas o bon vivants que saben apreciar lo que vale un peine, aquí y en la china mandarina.

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El cañete cuenta con una barra maciza de madera espléndida de diecisiete metros en la que comer de pie o en banquetas en un ambiente bullicioso y tope animado, además de cinco mesas, en las que es preciso reservar, todo ello al son de unos cocineros que se mueven como lagartijas raudas y dicharacheras en su cocina vista. La decoración tiene un punto ibérico cañí, pero renovado, con sus suelos de gres, paredes blancas, y profusión de macetas colganderas al más estilo de patio andaluz sureño. Para los más discretos, o los que prefieren tomarse el asunto con más sosiego, el patrón ha dispuesto también una especie de bistró adyacente, que se diferencia del bar porque su toldo es rojo, una especie de barra con mantel, al estilo parisino pero en patrio, que recuerda a los cafés centroeuropeos o a cualquiera de esos gastro-tascos con encanto que uno se encuentra en ciudades cosmopolitas como Roma, Londres o la propia París, con un aire retro y las comodidades de los espacios perfectamente ideados.

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El estilo de Cañete, tanto en su cocina como en su puesta en escena, aúna esa voluntad de reflejar todos los estilos regionales de la cocina popular “española” desde la fritura malagueña, pasando por las anchoas cántabras, los quesos asturianos, el marmitako vasco o esos mar y montaña tan característicos de la Cataluña más racial, utilizando siempre una materia prima de proximidad, perfectamente al quite de la temporalidad.

Está todo rico de pelotas, una de esas cocinas revestidas por un clasicismo actualizado, auténtica música para los oídos ante tanta tontería reinante, y su carta parece redactada por el mismo Belfegor, sí, ya saben, ese demonio que ayuda a la gente a hacer descubrimientos de altura, lección que en este caso se resume en que la cocina parida con fuste y gusto pervive por siempre en el morrete y el espíritu no sólo de quien la descubre sino también de quien la ejecuta.

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Entre sus refinadas perversiones no pueden faltar algunos de sus clásicos, su deliciosa ensaladilla rusa, los boquerones fritos de Málaga, la gamba roja de Palamós a la sal, el tártaro de atún salvaje con mascarpone y huevas de trucha, que está de voltereta y media, el fricandó de rape y setas, sus huevos estrellados con chorizo, boletus o sepionetas, el canelón de pularda rustida con bechamel de foie gras o el monumental rabo de toro deshuesado con vino tinto y puré.

En la última visita probamos una ensalada de judías verdes con parmesano y piñones la mar de apetecible, no dejamos pasar tampoco sus croquetas y buñuelos de bacalao que valen un potosí, la tortillita de camarón, ¡qué ricura!, el delicado “rillete” de bonito o las albóndigas de atún salvaje, tanto monta monta tanto, y el pie de cerdo crujiente con berberechos, que te conecta con el centro del universo, antes incluso del Big Bang inicial.

canete_7El patrón de la casa, el genuino Parrado, pasea gorrito en ristre por las mesas del local recomendando probar todas sus endiabladas criaturas, llevándonos al abismo de la glotonería y el desparrame, así que pongan freno, no se aturullen y sean pelín sibaritas y selectivos, que mientras respiremos hay tiempo “pa tó” que diría el abuelo cebolleta.

Dejen algo de hueco para el postre, verán que la legión de camareros les servirán lo que sea a la velocidad del rayo con un brío fuera de serie, ¿qué les falta para rematar?, ¿un tocinillo de cielo, un babá al ron, un chute de crema catalana, una cazuelita de delirante chocolate caliente? Brinden con cualquiera de sus vinos o espirituosos de su currada carta y pequen sin remisión, que un día es un día y de perdidos al río, o como diría la chavalada, from lost to the river, ¡ouh yeah!

Cañete
C/ de la Unió, 17
Barcelona
Tel.: 932703458
www.barcanete.com
Cierra: Esta abierto casi todos los días de 13,00 a 24,00 horas.

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja
PRECIO 60 €

1 comentario en “Bar Cañete

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