Restaurante Tandoor

tandor_1

O de una ardiente adicción.

En casa de Ivan Surinder se come cocina hindú genuina y morrocotuda.

He tenido la suerte de vivir en una casa en la que me han criado mejor que a un pollo de caserío, con la fortuna de que siendo niño, mis padres, que curraban como bestias, se hacían un viaje al fin del mundo al menos una vez al año, durante un mes que se hacía eterno. Ya saben todos ustedes que nada une más que la distancia, así que al regreso de aquellos viajes interminables uno sentía que sus progenitores eran algo parecido a Sandokán, Orzowei, Willy Fogg, Tarzán de los monos o Jane de la selva o todos juntos,  porque, entre otras cosas, llegaban morenos, irreconocibles, vestidos con camisas de explorador, exóticas gorras o saris de seda vaporosa. Uno husmeaba rápido la maleta y la encontraba llena de colmillos de fieros animales, especias y resinas que se quemaban en el salón de casa cuando lo más exótico que conocíamos en España por aquel entonces eran las infusiones de bolsita, las manadas de hare krishnas paseando por la Gran Vía madrileña y los reportajes de Rodríguez de la Fuente. Así éramos, por mucho que algunos se crean que fueron concebidos en un platillo volante.

tandor_5

tandor_9Entre sus múltiples incursiones por el mundo, tengo constancia de que los viejos visitaron la India al menos dos o tres veces a lo largo de su vida, y nos contagiaron el amor por aquel país a toda la familia. Yo no puedo presumir de ser tan casta como ellos pero ya tuve la suerte de volar al país de las especias hace un montón de años y quedarme noqueado para el resto de mis días. Su cocina ardiente y su diversidad geográfica se te cuelgan del cogote para los restos y te crea una especie de adicción intermitente para la que necesitas medicación de vez en cuando, asunto que resuelves como buenamente puedes: añades algún curry guapo a tus lentejas en invierno, te curras algún guiso de pollo cargadito de masala o en verano la emprendes con esos batidos mundialmente conocidos como lassis, que aromatizas con agua de rosas o garam masala para intentar matar esa ponzoña exótica, que es una especie de hindú enano que habita en tus entrañas y te pellizca las tripas para que le hagas un poco de caso.

tandor_2

El asunto es que por estas latitudes es complicado, por no decir imposible, encontrar comida hindú hecha con sesera, no como la que uno hace en casa cuando juega a las cocinitas de otras latitudes, qué se le va a hacer, es lo que tiene ponerse txapela en invierno y no turbante.

Pero tranquilos, todo tiene remedio, y si van a Barcelona, verán sus plegarias recompensadas en el restaurante Tandoor y en la figura de Ivan Surinder, un chaval educado de veras, con una planta y unas formas que dan gusto verlas, y sobre todo un cocinero que guisa pausado, sin decir chorradas, despacito y con mimo, explicando cada paso con cautela y transmitiendo la pasión de todo lo que ha mamado en casa.

tandor_3

Su padre, Nath Surinder, chef de tronío ya fallecido, abrió Tandoor en 2002 en un pequeño local en el que supo adaptar a la perfección la cocina hindú al gusto mediterráneo y su madre, viuda y jefa de sala, se quedó sola de la noche a la mañana, como suele pasar, te mueres de un momento para otro y de repente todo se va al carajo. Afortunadamente, como la familia del bueno de Ivan es de las que come unida, y ya saben que las familias que comen juntas permanecen unidas para los restos, pues hicieron auténtico piñote y el jovenzuelo, respaldado por los ahorros de toda una vida, con el equipo de cocinetas del viejo, se echaron al monte y renovaron los votos para tirar hacia delante. Cambiaron de local, lo arreglaron bien colorista y alegre y el chaval se puso manos a la obra, no en vano se formó con titanes como el tolosarra Roberto Ruiz o el incombustible Albert Adriá.

tandor_4

¿Qué quieren que les diga? Si van descubrirán la verdadera esencia de esa cocina ardiente que tanto nos priva, sus formulaciones tienen arrojo,  chispa e intervienen conceptos de modernidad que le aportan ligereza sin perder autenticidad, en definitiva, se come de manera genuina y morrocotuda.

tandor_7

El local cuenta con dos hornos tandoor en el cocina en la que asan brochetas y panes y pescados y lo que sea menester. El local es acogedor, cómodo, con una barra lateral de acceso, unos murales pintados muy molones y el fondo  se abre a una sala con luz tenue que gana de noche, porque comer con las manos siempre es el abrebocas perfecto para marranear con el acompañante de turno, que ya saben que los placeres bien currados que se empiezan en vertical, terminan muchas veces en horizontal y a lo gocho, tipo cerdo de la dehesa.

En casa de Ivan lo bueno es empezar con algunos abrebocas, alguna ensalada, samosas, que son empanadillas de harina de garbanzo rellenas de patatas y guisantes especiados con comino, los dahi papdi –crujientes con yogur especiado y tamarindo-, los pastelillos de patata rellenos, las okras estofadas o algún bol de lentejas con cilantro, y luego lanzarse en plancha sobre los curris: el chiken tikka masala forrado de jengibre y garam masala,  el chiken korma elaborado con leche de coco o el gosht madras de cordero con semillas de hinojo e incluso el goan jheenga curry de langostinos con leche de coco y lima, eso sí, bien rodeados de boles de arroz basmati blancos para retozar sin remilgos, ¡leñe qué bueno está todo!, coman con las manos y no se corten un pelo, que el pan hecho en casa es un empezar y no parar, el nan con ajo es un pecado, y la torta de harina integral al tandoor rompe la pana cuando se moja en las salsas.

tandor_10

Beban cerveza cobra como si no hubiera un mañana y fueran Lord Mountbatten la víspera de tener que abandonar la India, y de postre ahoguen sus penas, cual oficiales de la Royal Navy, hundiendo el morrete en el gulab jamun, unas bolitas de leche caramelizadas con helado, y en las samosas de chocolate y cardamomo. Beban lassi de mango antes de zarpar rumbo al hotel o a casa y disfruten de la vida, que es corta y pendeja. Y comprenderán cómo se le ilumina a uno la cara, con esa pinta de explorador malayo, en cuanto aparca por un rato el filete empanado y la porrusalda, la misma facha estupenda que traían mis padres de aquellos viajes interminables, vestidos con ropajes exóticos y el pellejo bien curtido.

Restaurante Tandoor
Dirección: Carrer d’Aragó, 8, 08015 Barcelona
Teléfono:934 25 32 06
info@restaurantetandoor.com
www.restaurantetandoor.com
Cierra: lunes

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Hindú
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja
PRECIO 30-40 €

2 comentarios en “Restaurante Tandoor

  1. NantoShosei

    Da gusto leerte y ver lo que disfrutas con todo lo que haces. Un abrazo fuerte desde Aragón!

  2. Rafa Revilla

    Ivan hizo una serie de programas muy interesante en Canal Cocina en que aprendí algo de la cocina india (que no hindú, David, no está sujeta a religiones). La verdad es que efectivamente fue un placer ver su saber hacer, buena educación y, sobre todo el buen rollo y serenidad que trasmite. Cocina sin bobadas.

Deja un comentario