Arroka Berri

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Espacioso y popular.

En la subida al faro de Higuer dan de comer a tropel sin perder la calidad.

Cuentan que el pintor onubense Daniel Vázquez Díaz, que entre otras muchas cosas fue un retratista y paisajista soberbio, viajando de Madrid a París en tren expreso en 1906, antes de cruzar la frontera, decidió bajar a conocer Hondarribia y su breve visita se convirtió en una estancia de seis meses. Puede que la luz que observó le pareciera mágica; fuera como fuese lo cierto es que germinó en él la pasión por nuestra tierra y durante su estancia pintó todo cuanto le fascinó, estampas en las que nunca faltaron la hierba, el agua, la bruma, las sombras y toda la gama de verdes que puedan darse en una paleta y en una naturaleza “emborrachada” de lluvia fresca.

Los remeros de la trainera “Ama Guadalupekoa”, que mañana domingo tienen muchos boletos de llevarse el gato al agua en la Bandera de la Concha, que como bien sabrán es como ganar el Roland Garros o el Augusta del remo, también visten de verde, verde esperanza, verde frenesí, verde fortaleza “Hulk” o verdes valles, colinas rojas, vayan ustedes a saber, que de todo congrega este color tan representativo de un pueblo bravo y medio vikingo que de conseguir su gesta volverá a vivir por todo lo alto unas segundas fiestas en menos de una semana, ¡como hay un dios!

Si los astros acompañan y finalmente la verde se calza una nueva bandera desde que en 1881 ganase la primera vez en la Concha, los chavales del club, la afición y muchos hondarribitarras podrán celebrar la gesta dándose un homenaje en el Arroka Berri, de camino al faro de Higuer, un local emblemático en el que uno de crío tomaba caldo y chorizo cocido después de misa o, un poco más crecido, bebía botellines tras darse un chapuzón en la playa o recoger moras maduras en los zarzales cercanos.

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Porque aunque los papeles sitúan en 1800 una construcción sobre estos terrenos, el caserío sobre el que descansa el Arroka se reformó en 1940; los padres de Jesusmari, su actual patrón, regentaron la tasca originaria que abrió sus puertas en 1971 como merendero que sacaba a diestro y siniestro todo tipo de raciones, tortillas o bocadillos empujados con refrescos y botellas de sidra, ¡qué tiempos gloriosos, Mariví! No fue hasta 1980 cuando el lugar tomó otro cariz, girando todo a babor y a toda vela hacia un asador de pescado, con sus parrillas y las típicas especialidades rociadas con delicioso refrito de ajos y vinagre. En el mítico 2000 le tocó a Jesusmari Ancisar tomar las riendas del lugar dándole un enorme revolcón, poniendo en marcha una reforma integral, que acabaría de superar en 2006 hasta configurar el restorán que hoy es, amplio, espacioso y popular.

Así que a lo largo de los años, todo pichichi de la comarca ha pasado en algún momento por el Arroka, entre otras cosas porque es tremendamente operativo en las celebraciones, no es de extrañar por tanto que al sheriff de la barraca nada le haga más ilusión que recibir a parejas que son hijos e hijas de clientes de toda la vida y ver pasar generaciones en la cuadratura de un círculo del disfrute por el buen comer que esperemos que nunca tenga fin.

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Está todo montado para dar de comer a tropel sin perder la calidad, y para ello cuentan con una brigada de casi veinte personas, ¡que se dice pronto!, como un equipo de fútbol, con suplentes y entrenador incluidos. Gorka Cepeda es el delantero nato, el jefe de cocina que es ayudado por otros ocho cocodrilos, y en sala, otros ocho jóvenes camareros se lo curran con una prestancia de alucinar, yendo de un lado para otro como cohetes espaciales.

Las propuestas son clásicas actualizadas y perfectamente resueltas como su ensalada de bogavante con mejillones, langostinos y panceta ibérica o la de foie gras fresco con tomate, albahaca y uvas Pedro Ximenez.

Nunca falta deliciosa sopa de pescado para entonar el cuerpo, apetecible parrillada de verduras de temporada o sabrosones pimientos verdes del piquillo rebozados y rellenos de rabo estofado, ¡qué ricura!

Si quieren apostar sobre seguro, denle con ganas al jamón y al lomo del Marquesado de Lekunberri, con bien de pan tostado y refriegas de tomate, y de segundo a cualquiera de sus mariscos vivos, que sirven al natural, asados o cocidos, según el gusto y que están de rechupete: almejas, cigalas, gambas de Huelva, bogavantes, nécoras, buey de mar o langostas.

Los pescados los asan y sirven con su refrito, una guarnición simple o escoltados de alguna salsa ligera, como un pil pil o una salsa verde fina, sin mamonadas, que empapan el pellejo de merluzas, kokotxas, bacalaos, rapes, lenguados, rodaballos, besugos o lubinas. Si son del frente “carnívoro” siempre habrá tiempo de echar una chuleta sobre las brasas, servida en su punto con pimientos de Gernika, ensalada y papas; o de asar un cordero o empapuzarse con unas carrilleras de ternera. De postre, leche frita, cuajada, tarta de queso, tiramisú, unas ricas bolas de helado o lo que estén dispuestos a echarse al coleto para gozar sin tonterías.

Arroka Berri
Higer Bidea, 6
Hondarribia
Tel.: 943 642 712
www.arrokaberri.com
arrokaberri@arrokaberri.com

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Modernito
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / En familia
PRECIO 50 €

1 comentario en “Arroka Berri

  1. PEDRO SUAREZ-VARELA

    quisiera que me dijeras que planes has echo para perder tantos kilos,pues yo peso 120 y me encanta comer de todo,si puderas ayudarme,te estaria muy agradecido,gracias.un fuerte abrazo,soy de CORDOBA.

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