Chuka Ramen Bar

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¡Viva la sopa!


Un garito de comida callejera de máxima calidad que se papea rápido y se guisa lento.

Todos vamos de finolis y nos quejamos de la comida rápida, que si es basurilla, bazofia, muerte y destrucción, pero en cuanto se descuida la señora marquesa echamos mano al tesoro y zampamos a dos carrillos, sin nocturnidad ni alevosía, la hamburguesa más pringosa, una pizza guarra o un kebab sucio y chorreante. Puede ser un acto hasta gozosamente denigrante en el que te revuelcas como marrano en el barro, ya sabrán que es bien recomendable traspasar de vez en cuando esa delgada línea que separa al fino gourmet del zampabollos, aunque sea por higiene mental.

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El puntillo de la comida callejera está en que bien confeccionada, con detalle y buen producto, es la bomba de neutrones, pues gracias a ella hemos conocido algunos de los platos más humildes y populares de cocinas muy lejanas, ésos que se hicieron famosos por ser el pan nuestro de cada día de currelas, gambiteros o estudiantes en países lejanos, Estados Unidos, Italia o Turquía. Menos sobado y con la aureola de prestigio que rodea ahora a todo lo “orientaloide”, llega a nuestras pantallas y “de los mismos productores que el nigiri y la tempura”, el “ramen”, o lo que es lo mismo, la sempiterna y sabrosísima sopa con fideos que come todo pichichi en el Japón. A lo mejor lo de “sopa de fideos” les suena a ustedes un poco a “José Sazatornil”, pero lo interesante del ramen es la variedad de caldillos, fideos y acompañamientos que lo forman, creando platos reconfortantes y llenos de sabor. ¡Viva la sopa!

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En realidad, el ramen es una comida bastarda abandonada a las puertas de un convento, en plan novela de Dickens. De origen chino pero adaptada al gusto japonés por inmigrantes que llegaron al país del sol naciente a finales del siglo XIX, no es vista estrictamente como propia ni por unos ni por otros, así que está a la espera de adopción por parte de nuestro feliz estómago. En Japón se consume a lo loco y con una rapidez bestial, que es parte de su encanto, lo mismo delante del televisor en versión “supermercado”, en un karaoke, o en un ramen-bar lleno de ejecutivos vomitados por el metro de Tokio. Para que nos entendamos, el ramen es el cocido de garbanzos o el pepito de ternera de los japoneses.

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Con ese espíritu de comida rápida pero de calidad abrió sus puertas hace unos meses el primer ramen-bar de Madrid, pilotado nada menos que por un donostiarra, Rodrigo García, y dos norteamericanos, John Husby y Lorena Mauri. En el Chuka Ramen Bar se han juntado tres trotamundos, gastrónomos de guerrilla que se conocieron impartiendo clases en una escuela de cocina y decidieron montar un restorán de ramen, tasco muy común en la soleada California y las callejuelas de Nueva York, de donde proceden dos de los socios.

Chuka, que significa “chino” en japonés, empezó a servir boles de sopa en noviembre del año pasado, y de boca en boca se ha convertido en uno de esos locales imprescindibles que despiertan pasiones arrebatadas entre la clientela. Sabores de escándalo con miles de matices aseguran el porvenir del Chuka más allá de la moda pasajera y las hordas de modernitos que intentan reservar mesa y plantar allá sus posaderas.

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Lo que hacen Rodrigo y compañía es su propia versión de la cocina chuka, presentando a nuestro paladar el gusto de la gastronomía japonesa más canalla pero metiendo la cuña de sabores reconocibles. Por eso, para acompañar las sopas encontramos gyozas, empanadillas orientales rellenas de viejos amigos como la butifarra y el cebollino chino o las gambas al ajillo negro y el bok choy. Otros de los preliminares obligados son los bao buns, unos bocatas de pan al vapor de origen taiwanés rellenos de las glorias más insospechadas, cangrejo de concha blanda, jalapeños y salsa Old Bay, o pulled pork con salsa hoisin, pepino, almendras y cilantro.

Pero sin duda la estrella del garito es el ramen, el plato que sorben con pasión los conocedores engominados y los novatos, los tatuados y los trajeados por igual. Desde el tradicional shoyu ramen con caldo de pollo y dashi, panceta, bambú, cebolleta y huevo, hasta el hiyashi chuka, más apropiado para los calores que nos vienen, servido frío sin caldo con salchicha sichuan, berros, cacahuetes garrapiñados con curry y aceite de chile. La carta se completa con otros platos bajo el sucinto nombre de “etc.”, en el que aparecen maravillas como el lomo de ternera estilo coreano, las verduras encurtidas en vinagre de arroz o unas alitas de pollo que están para ponerles un piso en pleno barrio de Salamanca.

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Si les acomodan en la barra, podrán ver a través de los cristales la cocina de ocho metros cuadrados en la que John y Rodrigo trajinan como bestias no sólo cocinando sino preparando cócteles con regusto a emperador del Sol Naciente. En pleno centro de Madrid, en un comedor que parece sacado de una peli de samuráis y con un precio muy ajustado para una comida callejera de máxima calidad que se papea rápido pero se guisa muy lento.

Chuka Ramen Bar
Echegaray, 9
28.014 Madrid
Estación de metro: Sevilla
Teléfono: 640 65 13 46
Web: http://www.chukaramenbar.com
Email: info@chukaramenbar.com
Cerrado: Domingo y lunes

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Modernito
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja
PVP MEDIO 25 €

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