O de unas bolitas de queso que estimulan el espíritu.
¡Jingle bells!, queridos amigos, en dos telediarios estaremos atrapados en el jolgorio multicolor navideño, que para los más zampones, se traduce en un carrusel de jamada sin igual en el que todo pichichi se pone hasta las cartolas como auténticos mamertos.
Como este año toca cuidar la línea, encontraremos satisfacción cocinando para los demás, que siempre es gesto honesto y generoso. Al margen de cazuelas, asados y postres de relumbrón, no hay navidad sin picoteo guarrindongo: canapés a tutiplén, picas de toda condición y chucherías abrebocas que no deben faltar en mesa que se precie. Tirar de lata digna o de conserva juguetona es una opción que nunca hay que desestimar.
Las bolitas de queso de cabra de La Cuna, bañadas en aceite de oliva virgen, son, a buen seguro, una de esas bazas a las que recurrir en este tipo de momentos.
Le darán un chispazo chulo a las ensaladas de diario, pero no es tontería ensartarlas en brochetas con pepinillos dulces y pimientos, por ejemplo, o con tomatitos y cebollas y acompañarlas de alguna compota dulzona, frutos secos o sacarlas a lo tontorrón para que nuestros invitados apuren sus tragos.
Tienen ese punto ácido que estimula el espíritu, se deshacen rápido en boca y dejan un agradable sabor a queso con especias.
Lo mejor para no complicarse la vida y participar de la cuchipanda sin liarse demasiado.
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